El presidente de la FIFA, Joseph Blatter (2 izq), rinde un homenaje junto a la modelo brasileña Fernanda Lima (izq) a la costarricense María Elena Valverde Coto (2 der), integrante del primer equipo femenino de su país. EFE
.log-gg{width:20%;}.log-gg img{padding-right: 10px;}
La Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) hizo público un documento, donde intenta responder varios cuestionamientos sobre la organización de la Copa del Mundo de Brasil 2014.
Estos cuestionamientos han provenido, principalmente, de la sociedad civil brasileña y del mismo Gobierno del país organizador.
Bajo el título de ‘La realidad de las cosas’, la FIFA divulgó una separata de tres páginas, en las cuales bajo el formato de pregunta-respuesta contesta a planteamientos referentes a la organización, la inversión económica y otros.
Por ejemplo, ante el argumento de que “el Mundial ha costado USD 15 000 millones a Brasil. Este dinero sale del bolsillo de los contribuyentes, la FIFA no paga nada”, el organismo responde que se ha hecho cargo “de todos los gastos de operaciones del Mundial, pagando cerca de USD 2 000 millones.
La entidad asegura que “no ha recibido ningún tipo de fondos públicos, sino que lo ha financiado única y exclusivamente con los beneficios obtenidos de los derechos de televisión y comercialización de la Copa Mundial”.
Una de las críticas más feroces que ha recibido el torneo es que para su realización se han invertido ingentes recursos que pudieron tener un mejor destino, como aliviar las necesidades de educación y salud de un amplio sector carenciado de la sociedad brasileña.
La FIFA explicó que: “Dos semanas antes del comienzo del Mundial, Dilma Rousseff aclaró que el presupuesto estatal para educación y salud no se verá afectado por el préstamo que el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social ha concedido para los estadios (que supone únicamente el 0,16 % del PIB brasileño).
El organismo que preside el suizo Joseph Blatter también descartó haber obligado a Brasil a construir 12 estadios caros y complejos.
Su versión es que “la FIFA no obliga a ningún país anfitrión a construir 12 estadios, ni impone las características arquitectónicas que deben reunir.
Existen algunas directrices generales a fin de cumplir con las exigencias y las expectativas de las selecciones… es el país organizador quien decide si desea utilizar ocho, 10 o 12 estadios.
Brasil escogió la última opción. Y, en segundo lugar, el país es quien debe decidir el modo en se diseñarán los estadios para que puedan usarse en el futuro y de forma sostenible”.
La supuesta exclusión que sufren los brasileños, quienes no podrían tener las entrada de los partidos a su alcance, también mereció una respuesta. “A diferencia de otros eventos de gran envergadura (Juegos Olímpicos, Fórmula 1, torneos de tenis, conciertos de música, etc.), el Mundial cuenta con un gran número de entradas a precios asequibles.
Para los partidos de grupo, los brasileños pueden adquirir localidades a partir de USD 15 ”. FIFA también negó haber pedido al Gobierno de Brasil la exención de impuestos para los patrocinadores.
Reconoce, sin embargo, haber solicitado “ciertas rebajas” en las tasas de importación para traer elementos necesarios para la organización”.
El máximo ente del fútbol mundial también aseguró que se hace cargo de su responsabilidad social, al punto de sustentar por su cuenta iniciativas en el campo económico y ecológico, pese a ser una “asociación de asociaciones sin fines de lucro”.