El director técnico del seleccionado brasileño, Luiz Felipe Scolari (c), camina junto a su auxiliar Carlos Alberto Parreira (i), y a Murtosa (d) durante un entrenamiento con miras al Mundial Brasil 2014, en la Granja Comary de la ciudad de Teresópolis (Brasil). EFE
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El fútbol y la cerveza, dos de las mayores pasiones de los brasileños, se unen en Teresópolis, la casa de la ‘canarinha’ durante el Mundial y cuna de numerosas fabricantes de esta bebida alcohólica de tradición milenaria.
Neymar, Marcelo y compañía duermen desde el comienzo de esta semana en la Granja Comary, centro de entrenamientos enclavado en la sierra de Río de Janeiro, donde se instalaron las primeras cervecerías de Brasil a partir de 1853.
En las ciudades de esta región montañosa y de clima templado, como Teresópolis, Petrópolis y Nova Friburgo, hay una decena de fábricas de cerveza, algunas pequeñas y artesanales y otras de dimensión nacional, que conservan los nombres alemanes de los inmigrantes que trajeron la receta y la técnica de elaboración.
No en vano, Brasil es el tercer mayor productor de cerveza del mundo, con una producción de 13 460 millones de litros en 2013, según datos de la Asociación Brasileña de la Industria de Cerveza (CervBrasil).
“La cerveza y Brasil combinan, porque es un país tropical con ese clima propicio a beber una cerveza helada”, explicó el cervecero Gabriel Di Martino, responsable de la fábrica Saint Gallen, que comercializa la marca Therezópolis.
Di Martino subrayó que el pueblo brasileño se caracteriza por ser “fiestero” y usa la cerveza para regar sus “momentos más alegres” y, en especial, el fútbol, la gran pasión nacional, que se eleva a la categoría de delirio durante los mundiales.
Rodeado de barriles de acero, donde crea nuevas recetas de cerveza todos los meses, Di Martino aseguró que el público brasileño está comenzando a adquirir el gusto por la cerveza de calidad y artesanal.
“Podemos ver que hoy el brasileño quiere calidad en lo que está bebiendo y son por lo general cervezas más amargas y más complejas en relación al aroma”, comentó.
No obstante, la mayoría de las cervezas comerciales, las más baratas y que copan la gran mayoría de las estanterías de los supermercados, está lejos de esos estándares de calidad.
La ley brasileña permite que se use hasta un 45 % de cereales no maltados, por lo que las grandes marcas brasileñas suelen servirse de jarabe de maíz o de arroz para abaratar el producto, en lugar de la malta de cebada y el lúpulo, ingredientes más tradicionales de la cerveza.
En sus experimentaciones, Di Martino llegó a crear una cerveza de calabaza condimentada con nuez moscada, clavo y canela, cuya producción fue “bastante compleja” y dio “un resultado muy diferente” a los habituales.
Todas las grandes marcas de cerveza brasileña están usando el fútbol y el Mundial como llamativo en sus anuncios para vender más latas y más “chopes”, como se conoce a la cerveza de barril, que, según manda la tradición, debe servirse muy fría, casi al punto de congelación, y con un par de dedos de “colarinho” o de espuma.
Brahma, una de las marcas más populares del país, propiedad de la multinacional belga Anheuser-Busch InBev, lanzó una línea limitada de cervezas llamada “seleção”, que tiene parte de su cebada cultivada en los campos de la Granja Comary, a escasos metros donde hoy Neymar y sus compañeros empiezan a entrenarse para el Mundial.