Una final con dos estilos

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Solo podemos admirar y felicitar a un equipo alemán con años de trabajo.

Defensivamente es bien trabajado. Se organizó en 1-4-1-4-1 que presionaba tras la pérdida del balón, se replegaba ordenadamente y era fuerte en los duelos.

Se defendía con la posesión del balón y el control del ritmo de juego, con mucha personalidad e inteligencia. Ocasionalmente ejercían presión alta para propiciar el saque largo del portero.

Su ataque se combinó con buena circulación de balón y aplicación del contraataque desde mitad de cancha. Fue una Selección con mucho volumen de ataque, sorprenden con las transiciones ofensivas constantemente.

Explotó sus recursos para el juego aéreo y ganó partidos, convirtiéndose en el mejor equipo del Mundial. Lo táctico de Argentina merece ser desmenuzado.

Utilizó un esquema 1-4-3-3 con el que se acomodó partido a partido y sacó mejores resultados. Su juego es combinativo.

Por ello, su defensa se inicia y se acaba en la transición defensiva, fase en la que optan por presionar en campo rival para recuperar el balón.

Messi fue importante en las victorias, gracias a sus jugadas individuales de alta calidad técnica, pero ante los holandeses no tuvo tanto espacio de maniobra. Argentina utiliza un juego de circulación de balón entre líneas, pero sin mucha profundidad.

Ahora se viene la final, en donde habrá un equipo con individualidades que desequilibran y otro que mete miedo por su ordenamiento.

También es necesario hablar de Holanda, quien desde que goleó a España se adjudicó un protagonismo con su nuevo esquema con cinco defensores, pero con la riqueza técnica y velocidad que los caracteriza.

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