En los centros de prensa de los estadios también dan soporte. Ellos ayudan con las necesidades. Foto: Alex Puruncajas desde Curitiba/ EL COMERCIO
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Para que un Mundial de fútbol funcione a la perfección, se requiere de un gran contingente humano que opere como una máquina repleta de cables y conexiones.
En Brasil, esos cables son los 14 000 voluntarios que ayudan a que el torneo se desarrolle según lo planificado.
Los voluntarios dan vida a la maquinaria del Mundial. Ellos trabajan en los aeropuertos, estadios, zonas de prensa, los ‘FIFA Fan Fest’ y otros lugares destinados por la organización para las actividades del máximo evento del planeta.
Los 14 000 voluntarios de la Copa del Mundo escogidos para los 32 días del certamen- son de Brasil, pero también hay gente de otros 136 países.
De acuerdo con su disponibilidad de tiempo, ellos trabajan cinco o seis días a la semana. Esto depende de la planificación previa y los lugares a los cuales fueron destinados.
Luciana es una de ellas. La brasileña tuvo arduo trabajo el viernes pasado en el estadio Arena da Baixada, de Curitiba, escenario del partido entre la Selección ecuatoriana y la de Honduras.
Ahí ayudó a periodistas tricolores, hondureños, franceses, asiáticos, entre otros, a que encontraran las salas de prensa y los lugares destinados para las declaraciones de los jugadores.
Los voluntarios que colaboraron en este torneo y que se reclutaron a través de la página web de la FIFA (www.fifa.com) tienen reglas estrictas. Por ejemplo, ellos no pueden tomar fotografías a hinchas, directivos o periodistas en los graderíos de los estadios, donde realizan los controles.
Esto se evidenció el viernes cuando este Diario pidió a una de las voluntarias que le ayudara a tomar una foto. “Mil disculpas, no puedo. Por favor, pídele a tu colega”, dijo la brasileña con una mezcla de portugués y español, pero que se entendió perfectamente.
Otro de los voluntarios es Carlos (no precisó su apellido). El mexicano fue uno de las 150 000 personas de 137 países que aplicaron solicitudes para ser elegidos como voluntarios. Al final, se quedó entre los 14 000 escogidos, un número que duplica al de los voluntarios de Sudáfrica 2010 y triplica al de Alemania 2006.
A Carlos le gusta viajar y vio una gran oportunidad en el Mundial para conocer más gente y emprender una aventura fuera de su país natal.
Él contó que los voluntarios no reciben sueldo, pero sí uniformes y ayuda económica para la alimentación y la movilización, además de la posibilidad de vivir en persona el torneo más famoso del mundo del balompié.
El azteca estuvo en una de las puertas del Arena Da Baixada y cumplió su trabajo desde las 08:00. Él también se interesó en postular para ser voluntario con el propósito de aprender algo de otros idiomas. En Brasil se mezclan el portugués con el inglés y el español, principalmente.
La organización no puso como obligación que los voluntarios dominaran varios idiomas, pero esa destreza fue uno de los factores claves en la elección, sobre todo para quienes están en mayor contacto con los combinados, pues se convierten en orientadores.
El día de un partido oficial es el más agitado para ellos. Carlos, por ejemplo, terminó su jornada pasadas las 22:00 del viernes en el Arena da Baixada en Curitiba, ciudad que cuenta con cerca de 2 000 colaboradores.
En las localidades de renombre, como las de Curitiba y Sao Paulo, se concentra el mayor número de voluntarios. En esta última, por ejemplo, se escogieron hasta 1 700. Ellos laboran sonrientes y dispuestos a ayudar al turista.