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Un grupo reducido de alemanes, residentes en Cuenca, festejó con cordura el título mundial obtenido este 13 de julio por la selección de su país luego de ganar 1-0 a la selección de Argentina.
El punto de encuentro fue en el restaurante Goza, en el Centro Histórico de la capital azuaya.
Con la serenidad característica de los europeos, los alemanes pocas veces gritaron o se levantaron de sus asientos. Dos veces se pararon: la primera para celebrar el gol de Mario Götze (minuto 113) y la segunda cuando el árbitro central pitó la finalización del partido.
Los alemanes Klaus y Feldern portaban un distintivo con la leyenda ‘Deutschland’ (Alemania, en idioma alemán) y una pequeña bandera con los colores del país germano. Luego de la victoria levantaron sobre sus cabezas y las flameaban. “Estamos felices”, se limitaron a comentar.
En cambio, la actitud era diferente de un grupo de cuencanos y tres argentinos presentes en restaurante.
Gritaban cada jugada de peligro de los seleccionados argentinos, incluso cuando atacaba Alemania. Se halaron los cabellos cuando Gonzalo Higuaín y Rodrigo Palacios se perdieron las más claras posibilidades de gol para Argentina.
Igual sucedió a pocas cuadras de ese local. En el patio de comidas del Milenium Plaza se reunieron cerca de 200 personas y la mitad gritó con euforia y abrazos el gol alemán.
Allí se encontraba Pablo Bravo, expreparador físico de Deportivo Cuenca, Barcelona y otros clubes del país. A su criterio, uno solo error marcó la diferencia.