Nacional de Paraguay será local frente a San Lorenzo de Argentina en la primera final.
La juventud, la unidad y el espíritu de sacrificio son algunas de las claves de Nacional de Paraguay, un modesto equipo que aspira a seguir sorprendiendo en la final de la Copa Libertadores ante San Lorenzo.
Conducido por el joven técnico Gustavo Morínigo, el equipo guaraní llega a la final del máximo torneo del fútbol sudamericano de clubes sin estrellas rutilantes, pero con un plantel que no ahorra entrega y humildad en el campo de juego.
Morínigo, de 37 años, fue un acierto del presidente del club, Robert Harrison, que en el 2012 contrató a un entrenador apenas tres años menor que él.
Exfutbolista de la Selección paraguaya, Morínigo cerró apenas un año antes su carrera en Nacional tras pasar por clubes como Guaraní, Libertad, Cerro Porteño, Argentinos Juniors y Deportivo Cali.
El conjunto de Asunción, que en estos días es orgullo de todo Paraguay, cuenta de todas formas con jugadores importantes en cada una de sus líneas.
El portero argentino Ignacio Don es el baluarte de una defensa que, como es ya habitual en los equipos paraguayos, se destaca por su solidez.
Silvio Torales y Marcos Riveros son las armas en el medio campo, mientras que Nacional cuenta en el ataque con el juvenil Brian Montenegro, que se incorporó esta temporada, además de Derlis Orué y Fredy Bareiro, uno de los jugadores de mayor experiencia.
Pese a que el club nunca había llegado tan lejos en una Copa Libertadores, ninguno de los jugadores se acerca aún a la dimensión que tuvo el legendario Arsenio Erico (1915-1977).
Por estos días, Nacional es un fenómeno popular en Paraguay, y ha rebasado las fronteras de la institución.
Todos los aficionados al fútbol en el país ven con simpatía y admiración la exitosa campaña del ‘tricolor’, que llegó a convocar a 25 000 personas en el último partido de semifinales ante Defensor Sporting.
Nacional está participando por sexta vez en la Copa Libertadores, pero es la primera ocasión en que llega a una final.
Además, es apenas el segundo equipo paraguayo que alcanza la serie decisiva. Antes, solamente lo había conseguido Olimpia, que fue campeón en 1979, 1990 y 2002, y subcampeón en la última edición, cuando perdió el título frente al Atlético Mineiro de Brasil.
En Argentina, el capitán de San Lorenzo, Leandro Romagnoli, describió la ilusión que le genera al equipo argentino y a los hinchas la posibilidad de conquistar por primera vez la Libertadores: “Para nosotros es como ganar un Mundial”.
El capitán contó que en el partido de ida por las semifinales vio más fuerte a Nacional que a Defensor de Uruguay, que finalmente fue eliminado.
Romagnoli destacó la influencia del entrenador, Edgardo Bauza, en el presente de San Lorenzo: “Nos enseñó que la Copa no se juega de la misma manera que un campeonato. También cómo jugar en la altitud, cómo parar a un equipo en distintas circunstancias…
Es un técnico excelente, y una gran persona. Eso lo destaca todavía más”. Con él concordó Héctor Villalba, uno de los jugadores destacados del plantel.
La ilusión de los jugadores y de la hinchada se sustenta en la inmejorable oportunidad de terminar con la frustración de ser el único de los cinco equipos ‘grandes’ del fútbol argentino que no logró el máximo título continental.
Pero, además, significa la posibilidad de dejar atrás una historia de tristeza que incluyó la pérdida del estadio y el descenso a la Segunda División entre fines de los 70 y comienzos de los 80, una experiencia que estuvo cerca de revivir hace dos años y que hoy es la piedra fundamental de una recuperación exitosa.