Rueda y su informe del Rincón del Vago

Reinaldo Rueda ha hipotecado el escaso crédito que le restaba entre los ecuatorianos al presentar un informe sobre su paso por la Selección de Ecuador digno del Rincón del Vago, al estilo de las autoridades del Estado que todos conocemos.

Son 55 páginas de vergonzosa deshonestidad intelectual, un enorme copy & paste de gráficos de la FIFA, un compilado de tabulados inservibles y solo tres carillas escritas por sus manos, aunque con la incorrección de usar solo las mayúsculas y evadir las tildes. ¿Esto es lo mejor que puede articular alguien formado en Alemania, cuna de Kant, Marx y Hegel? ¿Realmente esto es lo mejor que puede ofrecer alguien que se presentó siempre como un estudioso del fútbol, un Bilardo sin nariz, un Bielsa sin locuras? Qué dirán en la Senescyt.

Entre todo ese ripio académico que anilló y arrojó con evidente despecho (porque ni siquiera se sirvió de un Power Point) solamente existe una frase de peso, aquella en que reconoce que apenas contó con dos jugadores en buen momento. Además, consideró que la presión nubló a los tricolores, quienes no reconocieron con humildad las limitaciones que tenían para afrontar un Mundial.

La pregunta es: ¿qué hizo Rueda para solucionar esto? Porque, seamos serios, todos los equipos del Mundial estaban presionados y casi todos sufrieron bajas sensibles por lesión. La presión no puede ser excusa. ¡La presión es parte del juego! Solo de mencionarla genera irritación. Suiza, nuestro primer rival, padeció de lesiones antes del torneo y el gol del triunfo ante Ecuador fue obra de un ultra-suplente.

Además, si era obvio que apenas dos jugadores estaban en estado óptimo, ¿por qué llevó un equipo en mal estado y no jugó con los que mejor estaban, los más regulares del Campeonato o los legionarios olvidados como Guerrón y Cazares? Lo bien que juega Guerrón en México es prueba de que faltó voluntad (o un televisor) para mirar con detenimiento a todos los jugadores y tomar la decisión correcta.

Lo peor de este informe, sin embargo, está en sus omisiones. No hay menciones a los errores del cuerpo técnico, que pasó de un estilo ofensivo a uno más defensivo, temeroso y resultadista, que no valió al final. Tampoco hay una explicación al pésimo desempeño de Antonio Valencia, muy retrasado. No se dice nada sobre la razón para dejar a Pedro Quiñónez con las maletas listas. No se aclara qué pasó por la cabeza del entrenador para meter tan tarde a Felipe Caicedo en el duelo con Francia (antes metió un defensa cuando el triunfo era lo único que valía).

Rueda ni siquiera resalta sus propios logros, su reconciliación con el mismo Felipao, su apuesta por Enner Valencia, su firme apoyo a Domínguez, su buena racha durante el 2013. Ni eso puso. Nada. Son 55 páginas de nada. Qué desperdicio de papel.

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