Los futbolistas del proyecto Fútbol Estudio se instruyen en el Colegio Joel Osteen, en Ontaneda, Los Chillos. Foto: Edwing Encalada/ EL COMERCIO
Un proyecto académico busca que los futbolistas accedan a la educación, para que terminen su bachillerato y estén mejor preparados ante los retos de la vida.
Fútbol Estudio es una iniciativa impulsada por
Cristian Reinoso, que comenzó en octubre del 2015, con el objetivo de brindar educación a los jugadores que se hospedaban en la pensión de Universidad Católica, en La Armenia.
El proyecto intentó que 20 jóvenes futbolistas rindieran evaluaciones en la concentración camaratta, de los cuales solo quedaron seis. Ellos son Kelvin Flores, quien viene de la fronteriza Huaquillas y en el colegio le conocen como el ‘ruso’. Kevin Burbano viene de Ibarra, es huérfano de padre y madre. Creció junto a su abuela y hermana.
Abel Medina llegó desde Machala. Fue a buscar una oportunidad en el Deportivo Cuenca y mientras se probaba, tuvo que dormir en una furgoneta abandonada por varias noches, alimentándose lo que el guardia del lugar le sobraba de su almuerzo.
Bryan Bennett es de San Lorenzo, y busca una oportunidad a través del fútbol para salir de la pobreza. José Cifuentes nació en Esmeraldas y su casa por efectos de oleajes del fenómeno de El Niño, se vino abajo hace pocos días.
Lenin Zapata es capitalino y vive en el sur de Quito. No estaba contemplado en el proyecto porque no vive en la concentración camaratta, pero buscó que se le incluya debido a que en su anterior colegio, le dieron a escoger entre estudiar o el fútbol, no las dos cosas.
El Colegio Joel Osteen, en el sector de Ontaneda, en el valle de Los Chillos, los acogió para brindarles educación; mientras que las empresas Petrolconser y Redcell financian el proyecto. “Cada alumno necesita entre USD 800 y 850 anuales, rubro que se gestionó con estas empresas, a través de un aporte mensual de USD 70″, explicó Reinoso, quien añadió que otras personas se encargaron del pago del seguro de accidentes, cuyo costo es de USD 35 mensuales, que los cubren por un año.
Los primeros en permitir que la iniciativa ingrese a
Universidad Católica, fueron Óscar Tedini, coordinador de las categorías formativas, y Jorge Sánchez, jefe de logística. Ellos junto a Sebastián Portilla, jefe de prensa, donaron una camiseta autografiada por el primer equipo, para que la subasten y obtengan más recursos, ya que en la actualidad están al
60% del presupuesto que requieren.
Al terminar sus clases, a las 14:20, los seis chicos se trasladan al complejo de La Armenia para sus entrenamientos diarios. Los futbolistas que no quedaron en las pruebas de selección, buscan que se les incluya, en base al progreso que sus compañeros han demostrado al relacionarse.
Para Rocío Almeida, rectora de la institución, la inclusión de los futbolistas hizo que sus compañeros decidieran inscribirse en el intercolegial de Quito, debido a que les animó a trazarse metas deportivas.
“Cuando golearon al Independiente 9-1, Cifuentes y Flores fueron las figuras de ese partido. A partir de allí, en el colegio se empezó a hablar de fútbol. El fenómeno de integración que se vive es similar al de la Selección en su primer Mundial“, dijo Almeida.
La rectora del colegio reconoció que lo que más les costó a los chicos fue el inglés. El colegio tiene la modalidad de proyectos de aplicación al final de cada quimestre, mediante una exposición que aborde varias materias, pero en inglés.
“Muchos de ellos no habían recibido una palabra en inglés en su vida, pero les tomamos temas específicos en inglés, se esforzaron y lo hicieron”.
Sus compañeros relataron que ellos repasaban en los recreos, solicitaban ayuda en la pronunciación hasta que lo lograron. Representantes del proyecto homenajearon con una parrillada a quienes superaron el 9/10 en sus calificaciones.
La iniciativa busca convencer a otras empresas para que inviertan. Macará los contactó a finales de enero para que amplíen el proyecto para Ambato.