Jorge Célico DT de Universidad Católica. Foto: Paúl Rivas/ EL COMERCIO
Durante la semana, Jorge Célico abundó en detalles de su plan para frenar al poderoso Emelec, su rival de esta tarde en Los Chirijos de Milagro (16:00).
Para él, las claves del partido están en la presión en la salida del balón y su estrategia consiste en maniatar a los eléctricos desde que el arquero Esteban Dreer saque el balón.
“Ahora”-advierte el entrenador- “una cosa es lo que planificamos y otra es la realidad del cotejo. A veces, las estrategias salen de acuerdo con lo planificado y a veces no. Pero Católica tiene un estilo y hay que seguir con el libreto”.
A Célico le gusta que su equipo sea agresivo, que presione lejos de su área. Su forma de jugar le ha traído satisfacciones (con el DT al mando, el equipo se ha clasificado a las dos últimas Copas Sudamericanas) pero también varios dolores de cabeza: en los dos últimos años, Emelec goleó a los ‘camarattas’ en tres ocasiones (4-0 y 6-0 en el 2013 y 5-2 en el 2014), pero el técnico se mantiene fiel a su filosofía a su visión de un juego alegre y ofensivo.
Esta es la sexta temporada del entrenador en el equipo ‘camaratta’. El DT asumió el equipo en el 2010 en la Serie B y logró el ascenso a finales del 2012. Armó un equipo con una columna vertebral formada por Hernán Galíndez, Facundo Martínez y los hermanos Elvis y Henry Patta (esta temporada transferido al Barcelona Sporting Club).
El directivo Santiago Cattani cuenta que el DT es un hombre de la casa: “Está plenamente identificado con el equipo. Ha tenido la paciencia para armar un proyecto de trabajo desde las bases e ir creciendo”.
Un obsesivo del juego
Preparar los partidos es una práctica que le lleva horas al técnico. Esta semana se concentró en su casa en el sector de Lumbisí para analizar los tres cotejos de Emelec en el torneo local y el duelo de los eléctricos por la Copa ante Universidad de Chile.
El DT lleva el trabajo a la casa para definir su estrategia de juego: en la sala de su hogar hay un enorme plasma de 50 pulgadas y debajo del televisor un enorme aparador con más de 1 000 dividís con grabaciones de partidos de sus rivales.
Su hijo Diego, de 10 años, lo acompaña en la tarea de descubrir los patrones de juego de sus adversarios. El niño sabe con precisión el orden con el cual su padre guarda las cintas. “A Diego le encanta el fútbol y siempre estamos viendo partidos juntos. Ayer (jueves) vimos el partido de River Plate con San José por la Copa”.
El técnico está casado con la ecuatoriana Giovanna Villacís, quien hace intentos vanos para que no piense todo el día en el fútbol. La lucha es infructuosa. Célico se reconoce como un apasionado y obsesivo del juego. Piensa en tácticas y estrategias hasta cuando duerme.
El enemigo de los pelotazos
Facundo Martínez ha sido el capitán de los equipos del técnico desde el lejano 2010. Él es su comandante en la cancha y dice que hay dos cosas que sacan de quicio al DT: los pelotazos y el jugar mal.
“Es impresionante, pero se vuelve loco cuando metemos un pelotazo. A veces la jugada te pide que envíes la pelota así, pero él dice que hay que tocar y arriesgar”. La otra cosa que le molesta al técnico es que sus futbolistas ganen los partidos sin atacar o presionar a sus rivales. “Lo he visto quedarse serio y preocupado luego de ganar partidos que, a su criterio se jugaron mal”, añade Martínez.
El entrenador es intenso y emotivo. También es paternalista según el golero Hernán Galíndez y el directivo Cattani. Esta faceta se evidencia con los jugadores jóvenes a quienes les aconseja en su vida personal y les pide tomar las mejores decisiones. “Hay que saber llegarle al jugador”, dice el técnico que ayer viajó con el equipo a Guayaquil.