La Selección de Brasil en la Casa Blanca el 29 de agosto del 2016. Foto: Pablo Campos/ EL COMERCIO
La altitud de Quito es una de las principales preocupaciones de Tite, DT de Brasil, antes del cotejo frente a Ecuador por las eliminatorias sudamericanas. Los cariocas nunca pudieron derrotar a la Tri en el estadio Olímpico Atahualpa, en el torneo sudamericano.
El entrenador se aseguró de todo. Pidió a su cuerpo de logística que tengan listas 100 botellas de agua por cada día que pasen en Quito, además de un desfibrilador (aparato para la reanimación cardíaca, mediante choques eléctricos) y dos tanques de oxígeno.
Eso se trasladaba desde el hotel Sheraton, donde se hospedan, hasta el estadio Casa Blanca, donde se entrenan. Ellos realizan la movilización de esos implementos en cajas metálicas, a cargo del cuerpo de utilería.
El entrenador quería que el oxígeno y el desfibrilador estén listos en Casa Blanca, para prevenir algún inconveniente con sus jugadores. Ninguno de los seleccionados por Tite está adaptado a jugar en ciudades de altitud.
El preparador físico de la selección brasileña, Fabio Mahseredjian, estaba preocupado por su estadía en Quito. Para él, es contraproducente pasar tanto tiempo en la altura, porque los estragos –mareos, hiperventilación y naúseas– podrían presentarse a la hora del encuentro.
Por eso, Tite y su cuerpo técnico también llevarán el oxígeno el día del partido, además de otros medicamentos para regular la presión sanguínea de sus jugadores, a fin de evitar quebrantos en su salud.