Fracaso. La palabra es recurrente en ocasiones como las actuales. Ahora resulta que el desempeño de Ecuador en el Mundial puede ser resumido en esas tres sílabas.
¿Es “fracaso” que un fútbol como el nuestro, pobre en planificación seria, llegue al Mundial? No. Mucho se hace, con las carencias existentes, en llegar a ubicarse en la élite de 32 equipos. Se aprovecha lo que hay para clasificar. Países con mayor historia, como Hungría o Perú, o con verdadera afición a este deporte, como Turquía o Egipto, se quedan afuera. No es poco.
Como no puede ser de otra manera, el “fracaso” ya fue bautizado. Se llama Reinaldo Rueda. “Fuera Rueda” se clama con sed de venganza, como si del adiós del DT dependiera que muchos jugadores –la mayoría- apliquen básicos fundamentos técnicos en la cancha. Supuestamente, él tiene que enseñarles a jugadores profesionales de 25 años cómo rechazar, cómo marcar, cómo patear al arco.
Se vende la idea que un “técnico de más trayectoria” y caro va a ser una suerte de piedra filosofal capaz de convertir los metales corruptos en oro. Según Forbes, Fabio Capello, el DT de Rusia, gana USD 800 mil al mes. ¿Eso garantizó el brillo futbolístico, los triunfos de este equipo?
Por ahora el debate sobre si Rueda debe quedarse o no va a ser interminable. Linda forma de perder el tiempo, cuando lo que se debería discutir es qué clase de proceso debe emprender el fútbol ecuatoriano para regenerarse desde sus bases y no estancarse. Que se vaya o que se quede Rueda da exactamente lo mismo. Hay una dirigencia anquilosada, a la cual poco le importa los proyectos de cimentación y fortalecimiento real.