Jugadores de los Warriors celebran su victoria ante los Cavaliers en el sexto partido de las finales de la NBA disputada en el Quicken Loans Arena en Cleveland. Foto: EFE
Los Golden State Warriors se convirtieron en campeones de la NBA por primera vez en 40 años al batir en Cleveland a los Cavaliers por 105-97 y lograr así el cuarto y definitivo triunfo de la final del baloncesto norteamericano.
Los Warriors ganaron en la noche del martes, 17 de junio, su cuarto anillo y segundo para la franquicia desde que se mudó a la bahía de San Francisco. Golden State estuvo por debajo 2-1 en la final, pero enlazó tres victorias para sellar el título.
A cambio, Cleveland se llenó de lágrimas: sigue sin ganar un campeonato de la NBA. Las ausencias de Kevin Love y Kyrie Irving por lesión tuvieron un efecto devastador y ni siquiera el épico esfuerzo de LeBron James durante los playoffs permitió a la ciudad convertirse en ganadora. Fue la cuarta derrota en una final para “King” James en seis intentos.
El partido fue más plácido de lo previsto para los Warriors. Mediado el último cuarto llegaron a tener una renta de 15 puntos que fue suficiente para soportar los intentos de recuperación finales de los Cavs, que deberán seguir esperando para obtener su primer título. Stephen Curry y Andre Iguodala fueron los máximos anotadores de los Warriors con 25 puntos cada uno, e Iguodala fue elegido MVP (Jugador Más Valioso) por su aportación desde que salió como titular a partir del cuarto partido.
Jugadores de Warriors celebran después de vencer a Cavaliers. Foto: EFE
Sus estadísticas en la serie final avalaron su MVP: 16,3 puntos, 5,8 rebotes y cuatro asistencias. Nadie contaba con él para ser un jugador decisivo en el anillo. Además, Draymond Green añadió un triple-doble con 16 tantos, 11 rebotes y 10 asistencias. “El sacrificio que hicieron todos, desde Andre y David (Lee) saliendo del cinco titular. Simplemente jugamos”, dijo el entrenador, Steve Kerr. “Todos querían ganar, es todo lo que importaba. Es un grupo de chicos increíble”, elogió el técnico a sus hombres.
“Este equipo está lleno de creyentes, tenemos siempre fe y cada cual tiene su propósito. Éste es el mío y lo acepté”, dijo el MVP Iguodala, representante de un equipo coral y profundo. “Esto es verdaderamente especial. Este grupo es muy especial. Desde que empezamos la temporada esto es lo que teníamos en la mente y ha requerido mucho trabajo duro todo el trayecto hasta el último minuto de este partido. Vamos a recordar esto durante mucho tiempo”, dijo Curry, el MVP de la temporada regular.
En los Cavs destacó de nuevo James con 32 puntos y 18 rebotes. El astro disputó su quinta final consecutiva, pero que se mantiene con los dos anillos que logró con el Miami Heat. Esta temporada regresó a su casa en busca de lograr un anillo en Cleveland que ya le había esquivado en 2007.
El jugador de Cavaliers LeBron James (c) felicita al técnico de Warriors, Steve Kerr (i). Foto: EFE
James se convirtió en el sexto jugador de la historia en alcanzar los 5 000 puntos en playoffs, pero no fue consuelo para un hombre que, como en duelos precedentes, no pudo rendir a su mejor nivel en el tramo final del partido por la enorme fatiga acumulada y el desgaste al que le sometió el rival.
“Personalmente, no creo que sea un éxito si al final pierdes”, razonó James. “Soy una persona que intenta tener éxito en todo lo que intenta, pero cuando pierdes duele”, agregó.
La estrella de los Cavaliers se extendió en su análisis de la final hablando de las ausencias de su equipo. “Perder a Kev y Kyrie supone tener mucho talento sentado en el banco”, dijo. “He jugado suficientes partidos de playoff como para saber que tienes que tener salud para poder jugar bien en el momento importante. Tienes que tener suerte. No hemos jugado bien, no hemos tenido suerte y no hemos tenido salud”, analizó.
Su reflexión final encontró orgullo: “Lo di todo, pero no era nuestro momento.
El último triunfador de la final fue Kerr, un entrenador debutante en la NBA que devolvió a los Warriors a la gloria 40 años después con un buen número de decisiones tácticas que desarmaron a un rival enormemente fatigado en los instantes decisivos de la final.