Con una solitaria oreja para el rejoneador Hermoso de Mendoza se saldó la corrida estelar de la feria de julio celebrada en Valencia (España), festejo decepcionante por la falta de casta de los toros de Victoriano del Río.
La única faena lucida fue la que propició un toro de Fermín Bohórquez, el primero, destinado al navarro Hermoso de Mendoza, figura que volvía al coso valenciano después de varios años.
El feliz reencuentro del estellés se produjo con una faena que rozó la perfección y que se apoyó en la clase y la nobleza de un “murube” de Bohórquez que tuvo también el brío preciso para no poner a los caballos en mayores apuros.
Sobre esa base construyó Hermoso una labor marcada por la pureza, la limpieza y la sobriedad. Su toreo tuvo la precisión del magisterio. Pero cuando provocó las mayores ovaciones fue al realizar sobre este último caballo castaño la “hermosina”.
Tras un pinchazo, Hermoso clavó un rejón de muerte en el mismo hoyo de las agujas. Pero el bravo se le arrancó en la agonía cuando el navarro ya se adornaba descabalgado.
Asombrosamente, en ese momento su caballo “Pirata” se lanzó a morder al astado para librar del peligro a su jinete, fue el momento más emotivo. Cortó oreja. El Juli fue aplaudido y Perera fue silenciado.