El fútbol es un deporte pragmático; de resultados. No siempre gana el equipo que juega más bonito. Ni el que tiene más tiempo la pelota. Tampoco el que tiene más ocasiones de gol. Gana el elenco que anota más goles y… punto.
Algo parecido sucedió ayer al mediodía en el estadio Olímpico Atahualpa. Y aunque el enfrentamiento entre la Universidad Católica y la Liga de Quito terminó empatado a un gol, el resultado tuvo lecturas opuestas para cada uno de los bandos.
Para los jugadores del equipo nacido en la Universidad Central y los 6 000 hinchas que llegaron a apoyarlos, el resultado fue un castigo; un tirón de orejas.
Para los integrantes del ‘Trencito Azul’ y el puñado de seguidores que ocupó la parte inferior del palco, el empate tuvo un sabor dulce. Por esa razón, una vez finalizados los 94 minutos que duró el cotejo, estos fanáticos dieron rienda suelta a su alegría y festejaron como si fuera un triunfo.
En cambio los seguidores albos -incluida la bulliciosa Muerte Blanca- arriaron sus banderas y callaron sus cánticos, mientras desde el palco bajaban reclamos destemplados contra los jugadores blancos, cuando estos abandonaban cabizbajos el gramado.¿En verdad fue el 1 a 1 un castigo para la Liga quiteña?
Los números son elocuentes: en todo el partido, LDU tuvo 12 oportunidades claras de gol y la ‘Chatoleí’ apenas cuatro.
A esto hay que agregar dos sendos disparos azucenas que se estrellaron en el horizontal, cuando el portero católico Cristian Mora ya estaba vencido. A los 52’, luego de que Renán Calle cobrara un tiro libre; y a los 85’, cuando Franklin Salas ejecutó un gran disparo desde la media cancha.
Los dos goles del cotejo fueron de gran corte. Y ambos fueron ejecutados por integrantes blancos. Lastimosamente el segundo, que significó el empate, nació de una falla de Ulises de la Cruz.Corrían 65 minutos. El experimentado volante nacido en el valle del Chota quiso desviar un centro ejecutado por el colombiano Omar Guerra. Lo que hizo fue colocar el balón en una esquina del arco defendido por Alexander Domínguez. En síntesis, gol de Guerra con ayuda de Ulises.
Lo único que pudo hacer ‘Dida’ fue recoger el balón del fondo del pórtico, mientras Ulises se tomaba la cabeza con desconsuelo.
Mucho antes , a los 17 minutos y desde unos 25 metros, el juvenil Nelson Martínez había inaugurado el marcador a favor de la ‘casona’. Fue un disparo de rara trayectoria. El tiro salió despedido de su pie como si fuera un misil y se coló por el ángulo superior derecho de Mora, cuya volada solamente sirvió para aumentar la estética de la jugada.
En el lapso comprendido entre los dos tantos se observó un partido modesto, sin vuelos altos ni imaginación. Con dos equipos que transitaban por el bien cuidado césped del Olímpico Atahualpa con distintas actitudes.
Liga era dueña del balón y dominaba el cotejo, pero lo hacía con parsimonia, al ralentí, casi con displicencia. Parecía que sus jugadores pensaban que ya tenían los tres puntos en el bolsillo y se dedicaban a desperdiciar las ocasiones de gol que tenían sin ningún miramiento.
Universidad Católica, en cambio, era un homenaje al esfuerzo . El desempeño de los ‘camarattas’ no se basaba mucho en la táctica sino en el pundonor. En las ganas. En el amor propio.
Con Leonardo Soledispa, Juan Triviño y Álex Bolaños como abanderados, los universitarios católicos esgrimieron tres argumentos para frenar a sus colegas de la Central: perseverancia al cuadrado; sacrificio al cubo, trabajo a la enésima potencia.
Con esas herramientas, más la pizca de suerte que siempre ayuda (no hay que olvidar los dos palos de la Liga), el equipo de El Girón transformó su defensa en una muralla infranqueable.
En este paredón se estrellaron los ataques liguistas. Unos ataques que a partir del autogol de De la Cruz perdieron toda brújula y toda planificación. Y que dieron pábulo a peligrosos contragolpes camarattas, que tampoco fueron aprovechados.
La contrafigura
Walter Iza erró un gol y perdió la confianza
Apenas iniciado el cotejo, el ‘Conejito’ desperdició una gran ocasión de gol. Esa jugada le desconcentró y le quitó seguridad. El resto del partido, el desempeño de Iza fue intrascendente, hasta que se lesionó.
La figura
Norberto Araujo es seguridad y solvencia
El defensor argentino de Liga de Quito estuvo ayer impecable. Firme, sobrio, preciso, Araujo siempre estuvo bien ubicado. En los últimos minutos frenó con autoridad varios contragolpes peligrosos del rival.