Croacia y Serbia se preparan en un clima de alta tensión para jugar el viernes en Zagreb un partido de clasificación para el Mundial de Brasil-2014, en la primera vez que ambos equipos se enfrentarán desde la guerra que acabó con Yugoslavia en la década de los 90.
En las últimas semanas, el llamado “partido de la década” ha sido uno de los temas principales de la prensa local.
El encuentro ha causado tanto interés que en pocas horas se vendieron las 34 000 entradas para acudir al Maksimir Stadium, que se llenará para recibir a Serbia, que no contará con seguidores porque no se han organizado viajes de hinchas por motivos de seguridad.
“El evento va más allá del deporte, ya que es ‘histórico’, el primer partido entre las dos naciones desde su independencia”, declaró Robert Matteoni, un prestigioso periodista deportivo croata.
La compleja historia de relaciones entre ambos países, enfrentados sobre todo en una sangrienta guerra entre 1991 y 1995, alimenta la motivación de derrotar a su rival, añadió el periodista.
Su punto de vista es compartido por muchos seguidores, que admiten que un enfrentamiento en cualquier deporte entre Croacia y Serbia tiene una gran carga emocional.
“De la manera en la que lo vivimos, esto nunca será un acontecimiento deportivo puro”, aseguró FP Bobo, un miembro de 49 años de los Bad Blue Boys, los seguidores más radicales del Dínamo de Zagreb, el equipo croata más laureado.
La proclamación de la independencia croata de la antigua Yugoslavia dio paso a cuatro años de guerra con los rebeldes serbios apoyados por Belgrado.
Las relaciones entre ambos vecinos han ido mejorando desde el conflicto, en el que murieron 20 000 personas, pero el deporte sigue siendo considerado un acontecimiento de alto riesgo, especialmente el fútbol, debido al ultranacionalismo de sus seguidores más radicales.
“Este es mi partido más difícil… Se ha creado una gran tensión y la presión de los medios nunca fue más fuerte”, admitió el capitán croata Darijo Srna.
El portero serbio Vladimir Stojkovic también reconoció que “no será un partido normal”.
“No sólo son puntos (lo que se juegan los dos equipos)… Hay una rivalidad, un prestigio, que va a significar mucho más para algunos seguidores que para nosotros, los futbolistas”, añadió.
Para prevenir incidentes entre los seguidores, las federaciones de ambos países decidieron prohibir el desplazamiento de seguidores serbios a Zagreb, así como se impedirá que viajen los hinchas croatas a Belgrado, con motivo del partido de vuelta el próximo 6 de septiembre.
El partido también ha sido seguido de cerca por la UEFA, que en febrero amenazó a ambos países si no luchan contra la violencia en los estadios.
El organismo europeo sancionó varias veces a ambas federaciones por el comportamiento racista y violento de sus seguidores más radicales.
Con este ambiente, la policía ha diseñado estrictas medidas de seguridad, que incluyen controles en la frontera y en todas las rutas de transporte hacia Zagreb, donde se difundirá en una pantalla gigante en la principal plaza.
Bruno, uno de los fundadores de los Blue Bad Boys a mediados de los años 1980, declaró que la prohibición de que viajen los seguidores rivales es “ la única medida lógica ya que está “convencido de que si llegan hinchas serbios ocurrirían incidentes”.
Krunoslav Grlevic, cabeza de los hinchas más moderados, aseguró que espera con impaciencia el partido, pero teme que se entonen cánticos de insulto contra los serbios.
“No me sentiré mejor insultando a los serbios, pero me temo que hay mucha gente que no comparte esta posición”, advirtió este hincha de 42 años.
Mientras, jugadores y dirigentes de ambos países tratan de rebajar las tensiones e instan a los seguidores a mostrar un espíritu deportivo durante el partido.
“Somos plenamente conscientes de nuestra responsabilidad… Nuestro comportamiento y los mensajes que enviaremos pueden influir significativamente en el ambiente en las gradas”, declaró el seleccionador croata Igor Stimac.
“Lo más importante es que nos comportemos como deportistas”, añadió.
Su homólogo en la selección serbia, Sinisa Mihajlovic, comparte este punto de vista: “Es fútbol y no una guerra lo que nos espera en Zagreb. No tenemos miedo, pero debemos respetarles porque tienen un excelente equipo”, declaró el exinternacional serbio, nacido en Croacia.
Por si fuese poco, ambos equipos se juegan gran parte de sus opciones de estar en la cita mundialista de Brasil de manera directa: tras cuatro partidos, Croacia comparte liderato del grupo A con Bélgica, mientras que Serbia solo suma cuatro puntos y empata en la tercera posición con Macedonia.