La orden que recibió el 4 de febrero lo desconcertó. Eran las 10:00 y el marino Cristian Chamorro se disponía a formar una fila con otros militares, en el patio de la Comandancia Naval, en el sector de La Recoleta, en el centro de Quito. Entonces, un superior se le acercó y le dijo: “Tiene que presentarse en El Nacional. Su orden de movilización ya está lista”. Un día después, el ibarreño ya estaba en el Complejo de Tumbaco para conducir el bus de los jugadores de El Nacional. Él ya había conducido transportes pesados. En su juventud manejaba un vehículo de la empresa La Favorita. Y, desde que aprobó el curso de marino en 2006, conducía carros de la Fuerza Naval. Esta orden, sin embargo, era nueva. Jamás había trabajado con futbolistas. Antes de la orden, además, estaba seguro de que la Fuerza Naval le enviaría a Salinas. En Tumbaco lo recibió Segundo Seminario, quien administra el Complejo. Seminario y Byron Jara, gerente del club, le advirtieron que debía tener cuidado. Le dijeron que cuatro militares ya se habían probado para el puesto. Y los cuatro chocaron el bus. Esa misma noche, Chamorro pidió autorización para manejar el bus Volvo, con capacidad para 45 pasajeros. Esto porque al día siguiente debía llevar a los futbolistas al estadio Atahualpa para que jugaran ante Deportivo Cuenca. Chamorro tomó el timón del vehículo y condujo por los sectores de Tumbaco, Cumbayá y Pifo. Al día siguiente no tuvo problemas y fue aprobado en el puesto.El ibarreño ahora también lleva al equipo a Ambato, Santo Domingo y Riobamba. Además, transporta a los juveniles y al equipo de reserva a las provincias.Su copiloto es Manuel Cortez, utilero del equipo. ‘Care Loco’, como le dicen algunos jugadores, es su compañero de viaje desde que el entrenador Perdomo Véliz Jare asumió la dirección técnica. Antes de Véliz Jare estaba el técnico colombiano Jorge Luis Pinto. Él era más estricto y controlaba la proyección de películas en las pantallas plasmas del bus.Ahora es distinto. Los jugadores, como Michael Jackson Quiñónez, siempre le piden que programe CD de salsa y reggaetón.“A Michael y a Marvin (Pita) les digo que se busquen asesores de imagen porque son los más perseguidos por los hinchas”, dice Chamorro, y ríe en su bus. Chamorro tiene 28 años y en diciembre aspira ascender a cabo, en la Marina. Él desconoce si continuará en su trabajo, pero dice que la tarea le gusta. Él no es el único. Los clubes de la Serie A tienen un chofer para sus recorridos. Algunos equipos, como El Nacional, Liga de Quito, Barcelona y Emelec, tienen un bus propio. Los buseros saben de los gustos musicales de los jugadores y son blanco de sus bromas.
Fernando Ortiz dejó su trabajo por una oferta de LDU
En el parabrisas del bus de Liga de Quito hay un escapulario, un banderín del club y una imagen de una Virgen. Fernando Ortiz puso ahí los distintivos desde que empezó a manejar oficialmente el vehículo del club albo. En el 2005, el directivo Esteban Paz le ofreció que condujera el vehículo. Ortiz aceptó y dejó su anterior trabajo en una empresa de turismo. Antes de unirse a Liga ya transportaba a los jugadores, pero ocasionalmente. Su primer sueldo fue de USD 500. Ortiz dice que es hincha de Liga, pero desde que se unió al club su afición creció. El ha celebrado con los futbolistas los títulos de la Copa Libertadores, la Sudamericana y la Recopa. Por eso, los jugadores lo consideran un amigo. Néicer Reasco siempre bromea con el conductor en el bus. El lateral de los albos le pide que programe música salsa en los recorridos.Ortiz siempre observa los partidos en uno de los palcos del estadio de Ponciano. Ahí suele reunirse con otros empleados. También ha afrontado momentos tensos. En Santo Domingo debió esperar 30 minutos para conducir. Los hinchas impedían el paso porque querían autógrafos de los jugadores de la ‘U’.
Moreno conduce el bus que utilizó Sixto Durán Ballén
Abraham Moreno transporta a los jugadores de Barcelona desde 1989. Primero lo hizo en los buses de su propiedad que utilizaba para recorridos escolares. Y, desde 1995, maneja el Volvo V10M que adquirió la administración del presidente Isidro Romero. El autobús Volvo tiene su historia. En 1992, fue adquirido por la Presidencia de la República para trasladar a Sixto Durán Ballén, en sus recorridos por el país. Después, el bus fue adquirido por la cooperativa de transporte interprovincial Panamericana Internacional, pero como tenía 22 asientos (hoy tiene 28) fue vendido a los amarillos. “No era negocio para los dueños viajar solo con 22 pasajeros”, dice Moreno, quien llegó al club por recomendación de Eduardo Tigua, su amigo y ex psicólogo del equipo. Por el bus han pasado figuras como Rubén Insúa, Marcelo Trobiani y Marco Antonio Echeverri. Moreno recuerda, sobre todo, al brasileño naturalizado ecuatoriano Gilson de Souza. Con él forjó una amistad que hizo que el ex volante lo invitara a Brasil y a Arabia Saudita. “Nunca fui porque el trabajo siempre me lo impidió”, recuerda el conductor. Este guayaquileño de 53 años atesora varias anécdotas. Una de ellas ocurrió en un recorrido a Cuenca, en 1997. En el viaje, cerca de la altura del Parque Nacional El Cajas, una roca descendió de una montaña. Moreno hizo una maniobra forzada para esquivarla, pero la roca alcanzó a rozar una de las mangueras de radiador y el bus dejó de funcionar. Por eso, los jugadores llegaron a Cuenca en un bus interprovincial. Hoy también es amigo de los futbolistas. Y, por eso, en el bus siempre hay ritmos de salsa, música preferida de los jugadores. En el bus, Máximo Banguera siempre programa la música. Él suele sentarse a lado de Moreno. Ese lugar también lo han ocupado Fricson George y Mike Rodríguez. Ellos pidieron ese lugar porque sufrían mareos en los viajes. Rodríguez, por ejemplo, tuvo que buscar el baño del bus durante un viaje a Loja para vomitar. Moreno califica a los técnicos que han pasado por Barcelona como complicados y chéveres. Recuerda al argentino Jorge Habegger, quien era muy exigente. “Ese DT subía y pasaba los dedos por los asientos y los pasamanos verificando que no existiera polvo”. Pérez transporta a los de U. Católica en un bus escolar Los jugadores de Universidad Católica le dicen ‘Viejo’ Lucho. Luis Pérez está acostumbrado a ese apodo y a las bromas de los futbolistas. Él conduce el bus del equipo desde el 2005, cuando el equipo jugaba en la Serie B.Pérez maneja un bus escolar, cuyo propietario es Efrén Parra, quien se dedica al negocio del transporte en Quito.Parra contrató a Pérez, quien inicia su rutina diaria a las 05:00. A esa hora recoge el bus del sector de Llano Chico.Luego, conduce el vehículo hasta la avenida de Los Shyris. No todos los futbolistas toman el recorrido porque algunos van al entrenamiento en su auto y otros prefieren tomar taxi.
Federico Zambrano cambió su profesión por Emelec
Federico Zambrano dejó la mecánica automotriz para convertirse en el conductor del bus de Emelec. Llegó al equipo por recomendación de Leonardo Escobar, ex miembro de la Comisión de Fútbol. Él era el mecánico particular del dirigente, pero cuando el club adquirió el Volvo motor 3.45 se dedicó únicamente a transportar a los jugadores. El bus lo utilizan solo para la movilización en Guayaquil, sobre todo, para los traslados desde el Polideportivo Los Samanes al Estadio George Capwell. En ese trayecto de media hora, siempre viaja a su lado Marcelo Fleitas. El uruguayo ecuatoriano sufre mareos y, por eso, Zambrano siempre pide a los jugadores que no utilicen ese asiento. El busero define al bus como una salsoteca rodante, dirigida por el mediocampista Pedro Quiñónez. “Es el más alegre del grupo. Él carga su estuche con más de 50 discos, todos de salsa”, revela el busero, de 53 años y oriundo de la parroquia Guale, Manabí. Quiñónez siempre tiene un buen sentido del humor. Por eso, Zambrano lo compara con el fallecido Otilino Tenorio. “Tiene en común el gusto por la salsa y la alegría”, dice Zambrano, quien en 2003 sufrió un tremendo susto. Fue antes de un clásico del Astillero en el estadio Monumental. Los eléctricos se dirigían a ese escenario en su bus cuando los seguidores de Barcelona rompieron los cristales de las ventanas y el parabrisas. “Pensé que íbamos a morir linchados”, rememora. También hay historias agradables. El argentino Salvador Capitano, ex DT de Emelec y Barcelona, era el más nervioso en el bus. Esto debido a que le temía a la velocidad, más aun cuando el equipo viajaba a la Sierra.