Los árbitros ecuatorianos deberían aprender de las ligas de fútbol de España, Inglaterra, Francia y otras europeas. No tienen opciones. Copiar y poner en práctica buenas costumbres es válido.
Es preocupante observar cómo los árbitros en el campeonato ecuatoriano paralizan más de 30 veces un partido, infructuosamente, lo que termina siendo aburrido. De los 90 minutos, se suelen jugar 70 o menos. ¿Es justo eso?
Aquí, la Comisión de Arbitraje de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) está en la obligación de replantear sus responsabilidades. Tienen que exigirle a los árbitros que se despojen de sus afectos y desafectos, que ellos no sean los actores principales de un juego, solo son simples canalizadores.
Es inevitable también que los árbitros cometan errores por la forma rápida como corre, hoy en día, el futbolista con el balón.
Los árbitros son los responsables de un partido, pero con frecuencia sus asistentes son los que más errores suelen cometer, aquí en el país y en las afamadas ligas. Un ejemplo: fue el gol que hizo ayer el Manchester City sobre Arsenal, en la Premier.
Pero también los que tendrían que procesar, sin apasionamientos, son los dirigentes de clubes y periodistas, que usualmente, a través de sus observaciones y comentarios sobredimensionan un choque entre dos jugadores o una fortuita, exigiendo una tarjeta amarilla o roja. Esos desatinos distorsionan un partido de fútbol y la función de un árbitro.