El rugby también se practica sobre ruedas

Práctica del equipo de Rugby en silla de ruedas en las canchas del ministerio del Deporte. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO

Práctica del equipo de Rugby en silla de ruedas en las canchas del ministerio del Deporte. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO

Práctica del equipo de Rugby en silla de ruedas en las canchas del ministerio del Deporte. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO

Golpes, torceduras y caídas. En el rugby sobre silla de ruedas puede haber riesgos, como en todo deporte en el que hay contacto. Sin embargo, esos apuros se ven recompensados con las emociones que sienten los jugadores en cada partido.

Se trata de una adaptación entre el baloncesto y el hockey sobre ruedas, que se juega en una cancha con dos equipos. Por el momento hay clubes en Quito y Guayaquil (Yaguares).

Los choques entre las personas con cuadriplejía, paraplejía y otras lesiones, sobre sus sillas reforzadas, son estridentes. 
Estas colisiones ocurren, sobre todo, cuando un defensa bloquea al delantero rival para evitar el avance.

"Aguanta el golpe, aguanta el golpe", gritaba Santiago Herrera en una práctica del Club Ayaspa Waklik, hace dos semanas.
 Esta agrupación de rugby sobre ruedas se reúne los martes, jueves y sábados en la cancha múltiple del Centro Activo 1, en el norte de Quito.

Ellos se ejercitan como cualquier otro equipo, con un entrenador, silbatos, pelotas… No juegan con el balón ovalado del rugby sino con uno de voleibol. 
Herrera, de 29 años, es uno de los líderes del grupo. Él utiliza una silla de ruedas desde hace cuatro años, después de que lo asaltaron.

Tiene paraplejía con lesión medular.
 Para este quiteño, el rugby sobre ruedas es lo más parecido al fútbol, disciplina que practicaba antes del accidente.
 Con su lesión también ha jugado baloncesto y tenis en ruedas, pero solo con en el rugby ha vuelto a sentir la adrenalina que le provocaba correr atrás de la pelota y anotar un gol. 


El contador, padre de dos hijos, asegura que muchos de sus compañeros han mejorado con la práctica constante. 
Uno de los casos más emblemáticos es el de Patricio Basantes, quien tenía poca movilidad y fuerza en el costado derecho.

El hombre de 53 años tiene cuadriplejía y una condición hereditaria que le obligan a utilizar la silla de ruedas. 
Al inicio, cuando se unió al club para practicar, tenía temor de caerse por lo que se desplazaba con lentitud. Sin embargo, la constancia le dio confianza.

“El rugby y la rehabilitación me han dado más fuerza y también he mejorado mi actitud”. Para este hombre que habla pausado, los mejores días de la semana son los que tiene entrenamiento.
Julián Pino, de 35 años, es otro jugador que se congratula cuando tiene la oportunidad de entrenarse con sus compañeros. Los martes y los jueves las reuniones son de 18:00 a 20:00.

Los sábados, la cita es por la mañana. “El deporte me ayuda a seguir, porque la vida continúa”, dijo después de la práctica el exárbitro de fútbol.

Él sufrió un accidente de motocicleta y el deporte le permite mejorar su estado de salud.
Cuando el grupo se juntó, a inicios de año, eran seis. Ahora son un club legalmente conformado y con 15 deportistas.


Ellos quieren que más personas con discapacidad se les unan por lo que se promocionan en las redes sociales. En Facebook se los ubica como Ayaspa Waklik, Quad Rugby Club. También tienen una cuenta de Twitter: @AyaspaWaklik.
 Raúl Panchi trabaja en lo técnico y en lo táctico con los Ayaspa Waklik.

Él es un estudiante de la Universidad Central y del Instituto del Consejo Provincial, en el área de deportes, quien colabora con el club. “Hay muchas modificaciones con respecto al rugby, pero es un deporte apropiado para personas con discapacidad”, asegura el entrenador.

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