Delfín dicta lecciones de coherencia

El balón futbolístico da vueltas, presenta sorpresas, castiga a los soberbios y premia a los pacientes. Y detrás de una victoria se producen excelentes lecciones.

Con su trabajo silencioso, paciente y efectivo Delfín mostró una vez más que en el fútbol todo es relativo. El poder económico y sus millones facilitan el camino pero jamás garantizarán títulos.

Coincidencia o no, el domingo 2 de julio cuando Delfín goleaba a Liga Deportiva Universitaria de Quito (4-1) y ganaba la primera etapa, la U recordaba su título de campeón de la Libertadores hace 9 años, en el 2008.

En ese año, Liga invirtió alrededor de 7 millones de dólares, mientras que el Corinthians armaba un gran equipo a un costo de 10 millones de dólares exclusivamente en refuerzos. La historia es conocida, LDU con un presupuesto no muy generoso levantó la Libertadores.

Con las lógicas distancias Delfín repite la exitosa ecuación de los presupuestos reducidos.

Con 2,7 millones de dólares pulverizó a Barcelona, Emelec y Liga cuyos presupuestos superan los 10 millones de dólares anuales. Uno de esos clubes, cuadriplica la inversión del club mantense de este año.

Delfín nos dejó una lección de realidad. Contrató lo necesario y gastó lo justo. Mientras otros, pese a brillantes historiales, mejores planteles y muchos millones de dólares de por medio, no lograron cumplir sus objetivos triunfadores de ganar la etapa y ser finalista para disputar el título.

Lo del Delfín no es accidental ni sorpresivo. Simplemente constituye una lección más; en el fútbol como en la vida actuar coherentemente tiene su premio.

El triunfo del equipo manabita es una lección de vida estupendamente aplicada al fútbol en sus diversos niveles e imprevistos que ha generado más de una catástrofe.

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