Barcelona se convirtió en estos meses en un escenario político. Tres precandidatos ansían llegar a la presidencia del club que más seguidores tiene y que más dinero genera.
Hay acusaciones, epítetos desatinados de dirigentes, desacreditaciones a través de redes sociales, medios de prensa, que han generado incertidumbre.
Ofertas de que traerán a exjugadores, sanearán un déficit superior a los USD 10 millones y volverán a hacerlo campeón… Todo eso es un eufemismo ante una realidad desconocida porque los directivos del club más popular del país no han transparentado las auditorías de las anteriores administraciones ni han mostrado los balances financieros de los últimos años.
Barcelona es la marca principal del fútbol del país. Este año tiene 33 auspiciantes (entre principales y secundarios) que se exponen en su camiseta y estadio, de distintas formas. Esto sin contar las exhibiciones que se realizan a través de productos de consumo masivo, como plásticos, baterías, artículos de limpieza, motocicletas, cuadernos, futbolistas vendidos, taquillas en su estadio, derechos de TV… que en un solo año generan USD 18 millones. Este club sí genera dinero, pero en realidad carece de una mejor administración.