Henry Pozo, padre e hijo con el instructor de ambos, Patricio Larrea (izq.) en Yahuarcocha. Foto: Eduardo Terán/ EL COMERCIO.
Fernando Madera padre lo dice muy bien. “No le empujé a seguir mis paso, yo le apoyé cuando él me lo pidió”, expresa el piloto que hizo historia en la década de los años setenta con sus victorias en las carreras de circuitos y también en rallies, como su triunfo en la Vuelta al Ecuador en 1972.
Su hijo, Fernando Madera Jr., de 17 años, siguió sus pasos. En 2011 ya se destacó en la monomarca y en 2013 ganó el Campeonato Nacional de circuitos en su categoría al mando del Toyota que pertenecía al padre. En este 2014 fue tercero en el torneo F2 Italian Trophy.
“El automovilismo es herencia, para mí, Yahuacocha es mi segundo hogar. Desde niño, en mi cabeza siempre han retumbado los motores; recuerdo que cuando me sentaban en una mesa, tomaba una cuchara y la movía como si fuera un auto”, dice el ibarreño, quien retornó después de cuatro meses en su primera incursión en Europa.
El padre dice sentirse feliz porque su dinastía continúa. “No me imaginé que él iba a continuar con esta pasión. Miro que él disfruta con lo que hace. Cuando conduce lo hace con coraje, valentía y habilidad”.
Las historias de padres e hijos unidos por esta pasión turca se repiten en los pits. Henry Pozo padre e hijo también tienen una historia por contar. “Mi padre es mi admiración”, dice el pequeño de 13 años que desde hace cuatro se subió por primera ocasión en un go kart.
“Cuando lo veo competir, me siento feliz. Él siempre va a ganar. Como piloto le guardo admiración, para mí es un campeón. Como hijo, le tengo que agradecer todo el apoyo que recibo de él”.
La admiración es mutua. Henry Pozo padre, en cambio, admira las condiciones de su hijo para conducir. “Cuando le llevé por primera ocasión para que conduzca un go kart fuimos a la escuela de formación de Aneta.
Todos los chicos vestían con el mismo casco y la misma chompa, pero había dos que tenían los zapatos rojos. Uno iba último, pensé que era mi hijo porque era su primera vez. Como estaba cerca del padre de otro muchacho, le decía que tiene que apoyarlo porque se le veía talento. Mi sorpresa fue cuando se sacaron los cascos. Ese niño era mi hijo”.
Fernando Madera y Henry Pozo, si bien disfrutan con el mundo que hoy viven con sus hijos. Coinciden en que no dejan de sufrir cuando los ven competir.