En la temporada de mayor competitividad en la F1 de las últimas décadas, la de los seis campeones en pista y los siete diferentes ganadores en las siete primeras carreras, Red Bull encontró la manera de romper el equilibrio y volver a dominar a sus rivales.
En Corea, Sebastián Vettel encadenó su cuarto triunfo de la temporada y el tercero de manera consecutiva. Además de pasar a liderar la clasificación general en el campeonato de pilotos, al superar al español Fernando Alonso (Ferrari), el alemán demostró que para sus adversarios con posibilidades matemáticas de lograr el título será muy difícil desbancarlo de esa posición.
Más allá de su innegable talento al volante, hay quienes creen que los últimos resultados de Red Bull, incluido el doblete del domingo (primero del año), obedece, en gran medida, a otra genialidad de Adrián Newey, jefe de diseño de Red Bull.
La prensa internacional especula con que el equipo logró perfeccionar un sistema de doble alerón trasero móvil, ideado en principio por Mercedes, cuyo efecto en la aerodinámica del RB8 se traduce en una reducción de varias décimas de segundo por vuelta.
Este artilugio es particularmente útil durante la sesión clasificatoria de cada gran premio, pues permite a los pilotos de Red Bull largar desde adelante y consolidar el liderato con un ritmo aplastante en carrera.
Esa ayuda incluso puede llegar a ser determinante para un piloto con las características de Vettel, quien nunca ha ganado una carrera cuando ha largado más atrás de la tercera posición de la grilla.
Tal es así que muchos se preguntan si Vettel estaría en condiciones de pelear por el título si su auto no fuera tan veloz. El propio Alonso es uno de ellos.
Aunque no ganaba, al español, hasta hace algunas carreras le servía llegar tercero y conceder algunos puntos, dada la abultada ventaja que su regularidad le permitió amasar durante la primera mitad del campeonato.
Sin embargo, con los abandonos en Bélgica y Japón, sumados al estancamiento en el desarrollo del F2012, la supremacía se convirtió en una desventaja de seis puntos en tres carreras frente al hombre que ya lo venció en la recta final de la temporada 2010.
Salvo la ocurrencia de hechos excepcionales en los cuatro grandes premios restantes, Vettel se perfila como el tricampeón fijo.