La edición número 43 del Salón del Automóvil de Tokio, que abrió sus puertas a la prensa especializada del mundo el pasado 20 de noviembre, mostró a los visitantes mucho más que las últimas novedades del motor en Japón.
El ‘auto show’ fue, sobre todo, la oportunidad para conocer de cerca la gran capacidad de recuperación de la industria automovilística de ese país, que hace dos años afrontaba los estragos del terremoto y tsunami que azotaron la costa nororiental de la isla de Honshu.
Tras la paralización de las actividades de varios fabricantes, debido a la magnitud de los daños en sus plantas o en las de sus proveedores, la prioridad de la industria local no fue la inmediata reparación de los daños, sino la reconstrucción de un país que requería de la solidaridad de su fuerza laboral.
Por ello, muchos empleados de las marcas colaboraron en las tareas de reparación de las infraestructuras públicas, como una manera de alentar el pronto reflote del país tras la tragedia.
Así lo explicó Akio Toyoda, presidente de Toyota y de la Asociación de Constructores Automovilísticos de Japón, ente organizador de la muestra, en una rueda de prensa previo a la apertura.
Hoy, Japón está recuperado y la salud de su industria automovilística es la mejor prueba de ello.