El Ecuador registra uno de los más altos índices de inseguridad vial en América Latina. Se estima que en el país se produce un promedio de 13 accidentes de tránsito cada día, muchos de los cuales dejan como saldo personas fallecidas o incapacitadas.
Las estadísticas dan cuenta de que la mayor parte de los siniestros obedece a fallas humanas, entre las cuales se cuentan factores tales como el exceso de velocidad, la impericia, o la conducción bajo los efectos del alcohol, entre otras.
Es por esto que los representantes de los organismos de control del tránsito, veedores ciudadanos y otros expertos en la materia coinciden en que la incidencia de los accidentes de tránsito se podrían reducir significativamente si los conductores asumieran una actitud más responsable al volante.
Esto, en esencia, implica tener siempre presentes los principios del manejo defensivo y aplicarlos en cualquier circunstancia.
El manejo defensivo no es otra cosa que un conjunto de normas de conducta tendientes a evitar los accidentes de tránsito. Es tomar el control de la seguridad a partir de las propias acciones, tomando en cuenta los riesgos potenciales y las mejores maneras de evitarlos.
El origen de estos riesgos también puede estar en factores externos como las acciones incorrectas de los demás o condiciones climáticas adversas (lluvia, neblina, poca visibilidad, etc.).
Conducir a la defensiva implica anticiparse al peligro, manteniendo la atención siempre puesta en la conducción y evitando todo tipo de distracciones dentro y fuera del vehículo. Así el conductor puede efectuar una maniobra evasiva oportuna, si fuera necesario.
Es, además, tomar precauciones tales como reducir la velocidad al llegar a una intersección y fijarse a ambos lados antes de seguir, aunque tenga el derecho de vía.
Pero el manejo defensivo también guarda relación con prácticas preventivas que no siempre se toman en cuenta, como asegurarse del buen estado mecánico del auto antes de emprender un viaje o colocarse el cinturón de seguridad.
Otro precepto fundamental es abstenerse de conducir en estado etílico o bajo los efectos de otras drogas, pues estas reducen notablemente la capacidad de reacción de los individuos.