Mercedes tuvo que aguardar 41 carreras desde su regreso como escudería a la Fórmula 1, en el 2010, para obtener su tan ansiada primera victoria.
Aunque la espera puede parecer larga para un equipo creado sobre la base del triunfador Brawn GP del 2009, fue ínfima en comparación con los 57 años transcurridos desde el triunfo de Juan Manuel Fangio en el GP de Italia de 1955.
Aquella fue la última carrera de la marca alemana como equipo integral, pues había decidido abandonar las competencias automovilísticas luego de la tragedia sucedida en las 24 Horas de Le Mans de ese año, que dejó 83 espectadores fallecidos e involucró al piloto Pierre Levegh al mando de un 300 SLR.
Curiosamente, no fue el laureado Michael Schumacher el encargado de resucitar el nombre de Mercedes en la máxima categoría, sino el joven compañero que lo viene superando desde hace dos años y que ha puesto en entredicho la conveniencia de su regreso, una vez superados los 40 años.
Desde la pretemporada se comentaba que Mercedes disponía del motor más potente y veloz de la F1 actual, pero esa cualidad no es muy relevante si no está acompañada de un buen trabajo aerodinámico y de una puesta a punto apropiada para cada carrera.
El domingo, en Shanghái, el equipo demostró que tiene listo el coctel para ingresar al selecto club que hasta unos pocos días antes tenía a McLaren y a Red Bull como los candidatos más fuertes a los títulos de la temporada en curso.
Y mientras Mercedes empezó a ganar, Red Bull dejó de hacerlo. Si a eso se suma que las peleas de posiciones en China se dieron de principio a fin, las sorpresas serán una constante a lo largo del 2012.