El estrés que muchas personas acumulan en el desarrollo de sus actividades cotidianas suele traducirse en violencia al momento de salir a la calle.
Lamentablemente, casi se han vuelto parte del panorama urbano diario los enfrentamientos entre automovilistas, motociclistas, ciclistas y hasta peatones, que empiezan por reclamos justificados o no ante determinadas acciones propias o de los otros.
En días de alta afluencia a los centros comerciales, como los fines de semana o los feriados, es común ver a conductores pelear por un sitio de parqueo, muchas veces sin respetar el legítimo derecho de quien está más cerca de un espacio que se desocupa y que comunica sus intenciones al encender las luces intermitentes.
Es hora de que los ciudadanos comprendamos que una convivencia social armónica empieza por nuestras propias acciones y se apoya fuertemente en el respeto a los demás. El tratar de imponer el criterio propio en todo momento es la fórmula ideal para el autoritarismo y la anarquía.
Las sociedades que han logrado los más altos índices de desarrollo son aquellas en las que impera la búsqueda del bien común, que empieza por el cumplimiento de los derechos y las obligaciones.