La amplia oferta del mercado nacional en el segmento de camionetas no se limita a marcas y modelos. Un mismo ejemplar suele estar disponible con cabina sencilla o doble, con tracción en dos o en cuatro ruedas y con motor de diésel o de gasolina.
Este último aspecto es particularmente importante, pues muchos usuarios desconocen las diferencias de fondo entre un tipo de propulsor y otro y suelen dejarse llevar por el precio del combustible. Bajo ese criterio la ventaja la tendría el diésel, pues un galón cuesta prácticamente la mitad de lo que representa la gasolina súper.
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Pero el precio no debe ser la principal referencia. Sin que un motor sea mejor que el otro, ambos están diseñados para distintos tipos de aplicaciones.
Por ser un combustible de mayor eficiencia térmica que ofrece un mayor kilometraje por galón y mayor durabilidad a largo plazo, el motor de diésel está recomendado especialmente para los usuarios que recorren largas distancias, pues el ahorro en costos operativos a largo plazo compensa un mayor valor en materia de posventa.
El mantenimiento de un motor de diésel requiere mayor minuciosidad y cuidado en el cumplimiento de los plazos recomendados por el fabricante, pues los sistemas de inyección son más susceptibles a las impurezas del combustible o al agua.
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Los motores de gasolina, si bien implican costos mayores en la operación cotidiana, presentan un mantenimiento rutinario menos oneroso por el valor de las piezas de recambio. Eso sí, el comportamiento dinámico entre uno y otro motor es notablemente diferente, y en muchos casos la decisión obedece al gusto del cliente.