Por lo general, muy pocas de las personas que compran un vehículo nuevo (o incluso usado) se toman el tiempo de leer el manual del usuario. Las excusas para no hacerlo van desde la falta de tiempo hasta la ‘innecesaria’ tarea de revisar lo que muchos ya creen saber.
Pero al contrario de lo que se piensa, el manual proporciona mucha más información que la ubicación del volante, de la palanca de cambios, de los pedales y demás mandos con su respectiva aplicación. También ilustra sobre tareas básicas de mantenimiento y sus respectivos plazos, parámetros de tolerancia en relación con cargas, fluidos, temperaturas de operación, etc., y alerta sobre las precauciones que se deben tener en caso de presentarse ciertas anomalías de funcionamiento.
Un amigo que leyó en el manual de su auto que debía apagar el motor si la luz indicadora de la temperatura se encendía en el tablero se ahorró mucho dinero al hacerlo cuando eso le sucedió. Solo tuvo que cambiar unas mangueras y el vehículo volvió a funcionar con normalidad. De no haber leído esa indicación, probablemente ahora estaría lamentando la ‘fundida’ del motor de su carro.