La segunda semana de agosto sorprendió a la Serranía ecuatoriana con una sucesión de fuertes lluvias que son inusuales en esta época del año. Tomando en cuenta que en el verano aumenta considerablemente la cantidad de desplazamientos por carretera debido a que muchas familias van a pasar la temporada vacacional en diferentes puntos del país, los riesgos derivados de esta combinación se incrementan significativamente.
Por efecto de los vientos, una fina capa de tierra suele recubrir el asfalto de calles y carreteras, la cual al entrar en contacto con el agua crea un efecto jabonoso que puede llevar a perder el control del vehículo hasta al conductor más experimentado.
Si bien esta imprevista variación de las condiciones climáticas respecto de lo habitualmente esperado no tiene por qué hacernos cambiar de planes, sí debe llevarnos a extremar las precauciones en lo referente a la conducción urbana y extraurbana.
Chequear el estado de las llantas y de los frenos, respetar los límites de velocidad y, sobre todo, comprender el concepto de la precaución en su sentido más amplio, son algunas de las estrategias que nos pueden ayudar a evitar un mal rato.