¿Puede ser equiparable un Ferrari a un Tiziano? ¿Un Pegaso a un Goya? ¿Un Rolls-Royce a un Van Gogh? Concebido de forma mayoritaria en términos industriales y raramente como una pieza única, es difícil igualar un auto a un cuadro. Aunque todo depende de los ojos que contemplan la obra.
E igual que mañana usted puede pasarse horas delante de una pintura en un museo, sepa que si le gustan los automóviles, España cuenta con una amplia red de colecciones y museos sobre vehículos con ruedas. Con motor y sin él.
Son cerca de una treintena, la mayoría en Cataluña, una región donde la cultura e industria automovilísticas han sido más fuertes que en el resto del país, como demuestran las más de 150 fábricas de motos que ha acogido. O que Barcelona sea la ciudad europea con más vehículos de dos ruedas por habitante.
Y es que si en España existe atraso en este sentido respecto a Francia, Alemania o EE.UU. (donde hay un museo de este tipo casi en cada esquina), es precisamente por la escasa presencia y tradición histórica de fabricantes si se compara con la de aquellos. Algunos de verdadero relumbrón como Pegaso o Hispano-Suiza entre las cuatro ruedas, o Derbi, Ossa, Montesa o Bultaco entre los vehículos de dos.
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El caso es que la mayoría de estas marcas ya han desaparecido y su herencia desperdigada por todo el mundo, con escasas excepciones como la muestra dedicada a Ossa (www.ossamuseo.es) o la fundación que recoge la vida y logros del pionero Eduardo Barreiros ( www.fundacionbarreiros.org ).
A este hecho se añade que en otras que siguen muy vivas, como es el caso de Seat, el impresionante bagaje que ha atesorado en sus más de 60 años de historia (en productos para la calle, prototipos y bólidos de competición) sigue guardado en la famosa Nave 122 cercana a la Zona Franca barcelonesa, dentro de una larga espera para convertirse en una muestra abierta al público.
Se trata de una cuestión de dinero. Y es que a la inversión que supone la búsqueda, adquisición y mantenimiento de una colección interesante y numerosa de vehículos, hay que sumar los requisitos (espacio, estructura, personal, horarios) que supone sacarla a la luz bajo el envoltorio de un museo.
Esto hace que la mayoría de las colecciones abiertas hoy al público sean, sobre todo, iniciativas fruto del esfuerzo de pioneros que durante décadas fueron acumulando vehículos. Así lo revela la primera y única guía editada sobre este tema por la Federación Española de Vehículos Antiguos (www.feva.com.es ), con casos como el de Ramón Magriñá, Salvador Claret, el portugués Joao Magalhaes, alma del reciente museo de Málaga
Fuente y fotos: elmundomotor.com