Hace unas cuantas décadas, pasar varias horas del día subido en una camioneta no debió ser una actividad muy agradable. Los modelos antiguos eran tan aptos para las labores de carga en el campo o la ciudad como carentes de los que hoy se consideran elementos de equipamiento básicos en materia de seguridad y confort.
Y no hablamos de vidrios eléctricos, de aire acondicionado o de un equipo de sonido aceptable. Nos referimos a dirección hidráulica, desempañador para el parabrisas posterior o apoyacabezas en los respaldos de los asientos.
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Sin embargo, el paso del tiempo y los nuevos requerimientos de los usuarios llevaron a la industria automovilística a incorporar elementos para cumplir con la legislación y para satisfacer las expectativas de unos usuarios cada vez más exigentes.
Paralelamente a la incorporación de nuevos componentes, los fabricantes vieron la necesidad de trabajar en diseños cada vez más modernos y atractivos, pues la aptitud para el trabajo no tenía por qué oponerse a una estética moderna y menos rudimentaria.
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En la actualidad, los fabricantes de vehículos ya no solo compiten entre sí por ofrecer el modelo más apropiado para el uso principal que los usuarios dan a una camioneta, sino que además se esmeran por ofrecer el ejemplar más atractivo, confortable, seguro y mejor equipado con el fin de ganar la preferencia de los clientes.
De hecho, hay modelos que, de no ser porque conservan el cajón de carga en la parte posterior, fácilmente podrían pasar por un SUV o hasta por un sedán de alta gama desde una perspectiva frontal o vistos desde el interior.