A lo largo de 19 temporadas como piloto de Fórmula 1, Michael Schumacher vivió dos episodios en los que su vida corrió peligro. En el primero se rompió una pierna, mientras que en el segundo solo se llevó un buen susto.
Es una estadística muy afortunada para alguien que disputó 308 carreras en la máxima categoría, muchas de las cuales se llevaron a cabo en una época en la que la protección de la integridad de los pilotos aún tenía muchas limitaciones.
Por eso resulta paradójico que al séptuple campeón alemán le haya sucedido en un campo de esquí lo que nunca le pasó en una pista de carreras, con autos circulando a más de 300 km/h, donde la diferencia entre la vida y la muerte puede estar en una pieza mecánica defectuosa o en una mala maniobra propia o ajena.
Aunque la evolución médica de Schumacher indica que su vida no corre peligro, los pronósticos sobre su recuperación son reservados. Su círculo íntimo teme por las secuelas que el traumatismo craneoencefálico que sufrió puedan dejarle.
No obstante, sus miles de seguidores en todo el mundo confían en que el ‘Káiser’ pueda ganar otra batalla, pero esta vez desde su cama de hospital.