El constante crecimiento del parque automotor en todo el mundo ha provocado el uso irracional de combustibles no renovables.
Se estima que 23 de las 44 naciones con reservas de petróleo en el planeta están a punto de agotar este recurso. Pero ese no es el único problema pues su uso ha causado un gran impacto en el ambiente.
Los agujeros en la capa de ozono y el aumento en el efecto invernadero son algunas de las consecuencias que su utilización ha provocado en el planeta.
Ante este escenario, las grandes potencias mundiales han invertido parte de sus recursos económicos en el desarrollo de tecnología y productos para reemplazar los combustibles derivados del petróleo.
Uno de estos avances es el denominado biodiésel. Este comburente es un líquido que se obtiene a partir de lípidos naturales como aceites vegetales o grasas animales, con o sin uso previo, mediante procesos industriales.
No obstante, su utilización plantea otra interrogante puesto que para su producción se emplean materias primas como la semilla de girasol, de soya, de coco y de palma africana. Por ello, el abastecimiento de estos productos para el consumo humano podría verse afectado en el mediano plazo.
También representa un problema debido a la deforestación de bosques, la expansión indiscriminada de la frontera agrícola, el desplazamiento de cultivos para la ganadería y la destrucción del ecosistema.
De esta forma, y aunque podría beneficiar a la reducción de los gases contaminantes de los vehículos, la utilización del biodiésel también podría afectar de diferente forma al planeta y a los seres vivos que habitan en él.
Sin duda, este tema se convierte en uno de los mayores retos para la ciencia y la tecnología.