En el mercado automotor europeo, los fabricantes que ahí operan difícilmente se atreverían a presentar un nuevo modelo de cualquier segmento que no contara con al menos una variante con motor de diésel.
Allí, las versiones con esas características representan la primera elección de entre un 60 y 70% de los usuarios, pues hay una larga tradición de preferencia por los motores de gasóleo.
No obstante, esa tendencia del mercado no necesariamente obedece a un menor precio del diésel. De hecho, por la gran demanda de ese combustible, su precio oscila entre unos pocos centavos menos y unos pocos más que la gasolina, según el país.
En términos generales puede decirse que aunque el precio del diésel sea ligeramente mayor, una buena parte de los consumidores del Viejo Continente siguen prefiriendo los modelos de gasóleo por encima de los de gasolina.
Los motivos que explican dicha preferencia son muchos. Uno de ellos es que la tecnología de los motores de diésel actuales es más eficiente en muchos aspectos que la de los motores de gasolina, sobre todo en lo referente a rendimiento y emisiones contaminantes.
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Ante las estrictas leyes ambientales que rigen en Europa, y que cada cierto tiempo se endurecen aún más para limitar los niveles de emisión de gases de los automotores, los usuarios optan por modelos que consideran más adecuados para aportar al cuidado del entorno.
Cabe señalar que en algunos casos la adquisición de vehículos menos contaminantes va acompañada de exenciones fiscales, de reducciones en el pago de tasas de movilidad y otros beneficios con los que los gobiernos motivan ese tipo de iniciativas de compra.
Una tendencia similar empieza a consolidarse en los países del Cono Sur americano, aunque por motivos diferentes. Con un precio del diésel de menos de la mitad del de la gasolina, países como Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay han empezado a ver al diésel como una alternativa de economizar en movilidad cotidiana.
Por ello, ya están recibiendo nuevas versiones y variantes de modelos existentes con motores alimentados por gasóleo.
En el caso norteamericano, los usuarios se mantienen fieles a la gasolina a pesar de sus altos precios. En esa región, la alternativa está en los vehículos híbridos, donde la reducción al consumo la aporta un motor eléctrico secundario.