En los últimos 40 años la práctica del automovilismo ha marcado a varias generaciones de corredores nacionales.
Alfonso Darquea, ganador de varias ediciones de la Vuelta a la República y el Campeonato Nacional de Automovilismo, vive con pasión cada competencia ‘tuerca’ desde aquellos años cuando el automovilismo, era un deporte de masas.
A su mente llegan las añoranzas de pilotos y automóviles famosos. El recuerdo de Guillermo Ortega en su Porsche 908 o a Fausto Merello en el famoso Ferrari 375 LM, marcas Hillman, Austin Cooper y BMW como protagonistas de las pistas ecuatorianas.
Darquea mira esta época, como la etapa dorada del automovilismo, quizá no tanto en lo técnico pero sí en el espectáculo que brindaban los duelos entre estos pilotos como Hugo ‘Chino’ Sosa, Lotar Ranft, Luis ‘Loco’ Larrea, Fernando Madera y Ernesto Dávalos.
Años en los cuales los ganadores eran considerados expertos porque se adecuaba un mismo vehículo para pista y rally.
Darquea concurre con la misma emoción a disputar las competencias nacionales. Su pasión es el rally, aquella competencia donde considera que se mide la tenacidad del piloto en condiciones adversas.
El corredor afirma que el automovilismo empezó a declinar en la década de los 80, cuando desaparecieron las exenciones de impuestos para los ganadores y se hicieron evidentes varias disputas entre los organizadores. Para entonces la afición puso mayor atención en otros deportes y los auspicios disminuyeron drásticamente.
A pesar de esta situación, las competiciones se mantuvieron y Darquea continuó su marcha en los torneos nacionales e internacionales. La velocidad de su Renault 5 o el Volswagen Golf de su hermano Marcelo Darquea , fueron los autores de anecdóticas carreras.
En los años 90, llegó el Lancia Delta Integrale, que arrasaba con sus competidores en las competencias del Mundial de Rally.
El vehículo se convirtió en uno de los favoritos de Darquea, gracias a su poderosa tracción en las cuatro ruedas.
Ganó tres ediciones de la Vuelta a la República en este vehículo.
Pronto llegarían el Ford Escort y el Toyota Celica, fueron dos vehículos de relativa importancia durante esos tiempos.
A la par, el desarrollo de los prototipos a cargo de Juan Espinosa y el resto de organizadores del Cati, se pudo conseguir una mayor variedad de vehículos en la pista.
Ahora destaca la multitud de vehículos para escoge y las mejoras como las cajas de cambios secuenciales y la inyección electrónica que han hecho más placenteras las competencias.
“No puedo olvidarme del papel de los mecánicos durante estos 40 años de trayectoria”, asegura.
Destaca a personas como Abraham Reasco, Patricio Escudero o Carlos Bastidas, como aquellos que mejoraron el desempeño y la efectividad de los vehículos en la tierra y el asfalto.