El tránsito y la cultura

En los países desarrollados y algunos latinoamericanos como Argentina y Brasil, la concepción del tránsito es muy diferente de la nuestra.

Para ellos el concepto es parte esencial de una cultura de respeto a los demás usuarios de las vías, que deriva en una convivencia social armónica. Para nosotros es más como un conjunto de normas que nos vemos obligados a cumplir, para evitar sanciones por parte de la autoridad de control.

Esto se evidencia fácilmente en las calles, con solo detenerse a observar por un momento la actitud de los diferentes actores. Mientras que allá los peatones son respetados en los cruces y en los pasos cebra aunque el semáforo dé preferencia a los vehículos, acá los conductores tratan de imponer su derecho de paso en cualquier circunstancia.

Ello incluye un complejo de superioridad sobre los usuarios más desprotegidos (peatones, ciclistas y motociclistas), como si se tratara de una especie más ‘evolucionada’ en la escala de la movilidad.

En tal sentido, no habrá leyes ni reglamentos que reduzcan los índices de accidentes de tránsito, cuando el origen del problema está en otro lado. Sí lo hará la formación en valores como el respeto, dentro de los hogares y de los centros educativos.

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