Cuando usted compra un vehículo nuevo o usado para uso personal o para trabajo, no solo adquiere un bien material para satisfacer sus requerimientos de movilidad. También adquiere una gran responsabilidad respecto de lo que será su conducta detrás del volante y la tenencia del auto.
Sobre lo primero, es importante ser consciente de que la conducción no solo exige el conocimiento teórico y la destreza práctica para llevarla a cabo de la manera correcta, respetando la Ley de Tránsito y observando los principios del manejo defensivo. También implica mantener una actitud relajada en la que primen el respeto y la consideración a los demás usuarios de las vías.
En relación con lo segundo, no se puede perder de vista que el uso del vehículo genera desgaste de sus componentes, y que un mantenimiento periódico adecuado no solo aporta a su fiabilidad sino también a la protección de los ocupantes y de terceros.
Todo esto cobra una especial relevancia cuando el invierno pone a prueba tanto la preparación del conductor como el estado mecánico del vehículo. Resulta muy penoso conocer de accidentes de tránsito de lamentables consecuencias cada vez que la lluvia se hace presente.