Desde el pasado lunes, el Camino de Orellana no es más una opción para trasladarse en auto desde la González Suárez hacia el norte o sur de Quito, ni hacia los valles.
Con el cierre a la circulación vehicular de la calle Germánico Salgado, en Guápulo, el uso de esa vía quedó limitado a la llegada hasta el santuario, pues ya no hay conexión con la vía De los Conquistadores, y a través de ella con la Simón Bolívar.
El Municipio capitalino sustenta dicha acción en la preservación de los bienes patrimoniales de la ciudad, así como de la calidad de vida de los moradores del sector. Y aunque los motivos son perfectamente comprensibles, es innegable que Quito perdió una de sus pocas vías de acceso y salida hacia el oriente.
Como siempre en estos casos, la medida generó adhesiones y también rechazos inmediatamente. Pero más allá de las opiniones contrapuestas de los ciudadanos, que se evidencian en las redes sociales, el Cabildo debería promover una pronta definición de la denominada Solución Vial Guayasamín, con la respectiva socialización previa, con el fin de aliviar los problemas de movilidad que se derivarán de tal decisión.