En septiembre del año pasado, General Motors del Ecuador presentó con orgullo la segunda generación de la Chevrolet D-Max, que hace 10 años tomó la posta de la legendaria LUV, en el segmento de camionetas medianas.
En su fase inicial, el modelo solo estaba disponible en las variantes con motores de diésel. Hace pocos días, GM invitó a un grupo de periodistas a realizar una prueba de manejo de las nuevas D-Max con motores de gasolina, para con ello marcar el debut oficial de esta versión en el mercado ecuatoriano.
Estéticamente, la flamante camioneta es idéntica a la que lleva más de 10 meses en el mercado y se destaca por la modernidad de sus líneas exteriores e interiores.
La mejora en la selección de los materiales y el aumento del espacio interior son dos de las cualidades que se pueden apreciar en la D-Max, con solo ingresar al habitáculo.
Todas las plazas resultan más cómodas gracias a un diseño más ergonómico y a unos asientos que ofrecen mejor sujeción.
Desde la planta ensambladora de GM-OBB tomamos la Panamericana Norte hacia Tabacundo. En esa población nos desviamos hacia el sector de las lagunas de Mojanda, con el fin de evaluar el desempeño de la camioneta en un camino de segundo orden.
En esas circunstancias, el aspecto más destacado para el conductor es el empuje del motor. Se trata de una unidad de cuatro cilindros y 2,4 litros de cilindrada de nueva generación que, gracias a la incorporación de un cabezote de 16 válvulas, ofrece un funcionamiento más suave y silencioso.
La entrega de potencia es progresiva y el consumo de combustible, así como las emisiones contaminantes, son considerablemente menores en comparación con el modelo al que reemplaza.
Los pasajeros, por su parte, aprecian el confort derivado de una nueva y más robusta suspensión delantera de tipo ‘double wishbone’, que se caracteriza por una mejor absorción de las irregularidades del terreno, ofreciendo así un desplazamiento más confortable en cualquier condición.
Además, cabe resaltar el nivel de insonorización de la cabina y el grado de ajuste de la carrocería, pues los ruidos exteriores son apenas perceptibles y el movimiento de la estructura sobre el camino lastrado no genera roces entre los diferentes componentes.
Una vez en el lugar de destino, cada una de las cuatro camionetas de prueba fue cargada con alrededor de 500 libras en objetos tales como sacos de cemento, tubería, llantas y pacas de heno, para emprender el retorno hacia la carretera principal en condiciones de mayor exigencia a los vehículos.
Ya en la Panamericana, continuamos hacia el norte hasta la población imbabureña de Cotacachi. Sobre la vía asfaltada, la D-Max se sintió muy estable y fácil de controlar, gracias a la precisión de la dirección hidráulica y al buen tacto de los frenos, que complementan muy bien el desempeño del motor.
En el viaje de regreso a Quito pudimos probar la variante 4×4, que gracias al sistema denominado Shift o The Fly permite cambiar de la modalidad de operación 2H a 4H con el vehículo en movimiento, a velocidades de hasta 100 km/h, con solo cambiar la posición de la perilla selectora.
Además, en esta versión el eje trasero está situado por debajo de las hojas de resorte, cualidad que le confiere una mayor robustez y mejor maniobrabilidad en diferentes circunstancias de conducción.
LA FICHA TÉCNICA
Motor: 2,4 litros 16v
Potencia: 150 HP a 5 200 rpm
Torque: 229 Nm a 4 000 rpm
Caja: manual de cinco velocidades
Tracción: 4×2 y 4×4
Seguridad: doble airbag, chasís reforzado, fijaciones Isofix para sillas de niños, alarma con Chevystar. Las variantes tope de gama cuentan con frenos ABS con EBD.
Variantes: 4×2 CS, 4×2 CD, 4×2 CD A/C y 4×4 CD