Por efecto del uso y del paso del tiempo, muchas autopartes sufren deterioro y llegan a requerir mantenimiento o reemplazo. Aunque usualmente no es nombrado entre los más importantes, el sistema de escape es crítico para el buen funcionamiento de un automóvil porque reduce la contaminación ambiental y también la auditiva.
Por la temperatura a la que operan y las sustancias que conducen, sus componentes pueden tener una vida útil más corta en relación con otros que realizan tareas menos exigentes. Por ello en ocasiones llegan a producirse fugas de emisiones tóxicas que los ocupantes del vehículo perciben como un olor a esmog de mayor o menor intensidad.
Cuando esto llega a suceder, es importante llevar el vehículo a un centro especializado para dar una solución al problema a la mayor brevedad posible, pues no solo se están liberando al ambiente gases sin la debida filtración, sino que los ocupantes pueden estar sufriendo un envenenamiento lento y silencioso con graves consecuencias para la salud.
Los vehículos solo suelen transmitir olores de escape a la cabina en circunstancias específicas, como al dar marcha atrás o en áreas cerradas. Toda emanación permanente es señal de alerta.