Durante los tres primeros meses de este año, la Agencia Metropolitana de Tránsito sancionó a más de 300 conductores de taxis de Quito por no usar el taxímetro, por no tenerlo instalado en un lugar visible para los usuarios, o por alterar su funcionamiento para obtener un mayor provecho.
De estas tres causas, la primera fue la más frecuente. Para nadie es desconocido que, a partir de una determinada hora de la tarde/noche, muchos taxistas solían (¿suelen?) apagar el dispositivo y negociar un precio mayor de las carreras con los usuarios, bajo todo tipo de argumentaciones.
Con la elevación del 45% a las tarifas que aprobó el Cabildo capitalino, y que entró en vigencia hace algunas semanas luego del proceso de recalibración de los taxímetros, los transportistas ya no tienen pretexto alguno para mantener esa costumbre. De hecho, ese fue uno de los compromisos adquiridos por la dirigencia de ese gremio como contraparte del beneficio recibido.
No obstante, eso no garantiza la erradicación de dicha práctica y el control de su cumplimiento no puede recaer principalmente en los usuarios. Es deber de las autoridades realizar controles permanentes para garantizar que el acuerdo se cumpla.