Camila Romero Saquel, nació en Guayaquil el 5 de octubre de 1998 y tiene 17 años. Foto: Enrique Pesantes
Una raqueta de tenis, el apoyo de su familia y el esfuerzo diario, ayudaron a que Camila Romero pudiese recorrer el mundo. La deportista de 17 años conoce Europa, América y Asia, porque ha representado al país en los torneos juveniles que avala la ITF (Federación Internacional de Tenis).
Viajar por el mundo fue su sueño, desde que tenía 8 años, cuando tomó su primera clase de tenis, en la escuela de Andrés Gómez, que funciona en el anexo del Guayaquil Tenis Club, en Samborondón.
A pesar de estar cumpliendo su sueño, Camila, en ocasiones, se siente triste por pasar tanto tiempo fuera de casa. De los 10 meses que han transcurrido en este año, solo ha convivido cuatro con sus padres y hermanos.
“Para mí fue un buen año, porque me clasifique a la Fed Cup (en mujeres, similar a la Copa Davis), jugué tres partidos y gané todos. Pero sí extrañé mi casa”, manifestó Camila, que estará en el país hasta el 31 de octubre.
En ocasiones, su mamá, Carolina Saquel, la acompaña a sus competencias fuera del país. Eso le ayuda a manejar la presión, durante las temporadas alejada de sus familiares.
La relación con su mamá es casi perfecta. Conversan, comparten sus gustos y se cuentan algunos secretos.
Camila llegó al país hace 10 días y pudo festejar su cumpleaños en casa. Sus padres la recibieron con un pastel y una reunión con sus amistades más cercanas. Se esforzaron por hacerla sentir bienvenida.
Luego de la fiesta, lo primero que hizo fue ponerse al día en sus tareas escolares. Cursa el segundo año de Bachillerato en el Colegio Monte Tabor, donde sus profesores le permiten dar los exámenes atrasados.
Su tiempo lo comparte entre el tenis y los estudios. Cuando sale del colegio se entrena casi cinco horas diarias, de las cuales dos son para perfeccionar su técnica, una de trabajo físico y en la noche le dedica una hora y media más a su preparación particular, con el capitán de Copa Davis, Raúl Viver.
Actualmente, ocupa el puesto 183 del ‘ranking’ ITF. Sus dos hermanos menores (de 13 y 8 años) también juegan tenis, pero como ‘hobbie’. A ellos no les gustaría dedicarse al deporte, porque ven el tiempo y dedicación que demandan las competencias.
El progreso de Romero se ha evidenciado en los últimos dos años, según Viver. Ella cerró la temporada pasada como la segunda mejor juvenil de Sudamérica. Al entrenador le emociona ver su dedicación en cada entrenamiento.
Viver explicó que el ‘biotipo’ de la jugadora es el óptimo para este deporte. Ella, que mide 1,76 metros y pesa 60,7 kilos, tiene brazos y piernas largas, eso le permite tener mucha potencia en sus golpes de derecha y servicios; también le ayuda a llegar más rápido a las pelotas para las devoluciones.
A Romero le emociona su progreso. Uno de sus sueños es disputar el Roland Garros y el US Open. Estar entre las mejores del continente, es un hecho que toma con responsabilidad.
Antes de los partidos y de los entrenamientos, suele colocarse unos audífonos y escucha música, eso le ayuda a tranquilizarse. El género electrónico es su preferido. “Cuando puedo voy a fiestas con mis amigas y ese es el tipo de música que nos gusta bailar”, contó con una sonrisa.