El presidente de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), Joseph Blatter, participa el 65º Congreso de la FIFA . Foto: EFE
Ni los escándalos de corrupción ni la poderosa UEFA ni siquiera una amenaza de bomba en mitad del Congreso electoral de Zúrich: nada puede derribar al suizo Joseph Blatter de la cima de la FIFA, donde hoy, 29 de mayo, fue reelegido como presidente para un quinto mandato.
El suizo de 79 años siempre escuchó los consejos del argentino Julio Grondona para mantener el poder en la FIFA, así que quizá hasta albergue el mismo deseo que tenía su amigo: dejar el ente rector del fútbol mundial solo cuando su cuerpo diga basta.
“¡Nooo!”, dijo el suizo a dpa a finales de 2005 mientras caminaba por los jardines nevados de la sede de la FIFA en Zúrich. Él no tenía ninguna intención de estar tanto tiempo como su predecesor en el puesto de presidente, el brasileño Joao Havelange. “¡Veinticuatro años!”, añadió en un tono de meta imposible. En 2019, cuando termina su quinto mandato, Blatter cumpliría 21 años en el cargo y 44 en la FIFA.
Tendría 83 años, uno más que los que tenía Grondona cuando murió en julio de 2014 como jefe en activo de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y vicepresidente primero de la federación internacional. “Cuando deje la FIFA será para ir al cementerio”, dijo en otra ocasión.
Carismático, simpático y cercano, el suizo ama las cámaras y la exposición. Domina cinco lenguas y le gusta utilizarlas. Sin embargo, hay algo en lo que son hermanos: una personalidad abrumadora y un apetito por el poder que les hizo imposible preparar un sucesor.
Grondona aparece ahora involucrado en una investigación de la fiscalía de Estados Unidos como uno de los hombres que cobró sobornos en Sudamérica. El escándalo -con siete altos dirigentes detenidos en Zúrich- estalló justo antes de la elección, pero no pudo llevarse a Blatter por delante. No al menos de momento, porque la investigación podría extenderse hasta hacer la presión insoportable.
¿Qué quedará de la FIFA cuando Blatter se vaya? Nadie lo sabe, porque nadie sabe cuándo se irá. Ni él mismo lo sabe. En 2011, el suizo pidió la confianza de las federaciones para un último mandato. Hoy fue menos concreto. “Algunos dirán que llevo mucho tiempo. Pero qué es el tiempo, el tiempo es eterno. Y yo siento que el tiempo que llevo en la FIFA ha sido muy corto”. Después de ser relaciones públicas de Turismo en su natal Cantón de Valais y dirigente de la Federación de Patinaje sobre Hielo suiza, Blatter llegó a la FIFA en 1975 como responsable de proyectos de desarrollo.
Havelange lo nombró secretario general en 1981 y 17 años después le entregó el asiento de presidente. En ese tiempo, el brasileño y el suizo hicieron de la organización una máquina de hacer dinero con la explotación de la Copa del Mundo.
Pero alrededor del juego florecieron los negocios turbios y la corrupción. Sus íntimos fueron cayendo escándalo tras escándalo, incluido el propio Havelange, pero él logró siempre salir indemne. No así su imagen pública. “Es un dictador vitalicio”, dijo de Blatter el legendario ex jugador Diego Maradona. El helvético no tiene el afecto de las estrellas ni de los fans, pero él sabe donde está su fuerza, en lo que él llama la “universalidad del fútbol”, es decir, un sistema en el que cada país tiene un voto, sea la pentacampeona mundial Brasil o la isla caribeña de Anguila, última en el ranking FIFA.
En abril, el presidente de la Federación de República Dominicana comparó a Blatter en un mismo discurso con Jesús, Mandela, Churchill, Luther-King y la madre Teresa. A Blatter, que fantasea con el Premio Nobel de la Paz, le gusta escuchar elogios, seguramente porque en la prensa no los lee habitualmente. Pero aquello fue sin duda exagerado.
“Simplemente me gustaría seguir con ustedes”, dijo hoy el suizo a los delegados del Congreso que lo eligió para su quinto mandato. Sin la FIFA, ¿qué sería de Blatter, qué haría, dónde iría? “No hay que mentirse. Todos sabemos que no se queda porque aún no terminó su misión”, dijo su gran rival, el francés Michel Platini, en una entrevista con “L’Equipe”. “No, simplemente tiene miedo al futuro porque ha consagrado su vida a la FIFA. Comprendo el miedo al vacío que debe tener, es humano”