Bela Guttmann, la cruel maldición del Benfica

Los futbolistas André Gomes (30), Luisao (4) y Rubén Amorim (6), del Benfica, se lamentan al final del partido ante el Sevilla, en el estadio de Juventus, en Turín. AFP

Los futbolistas André Gomes (30), Luisao (4) y Rubén Amorim (6), del Benfica, se lamentan al final del partido ante el Sevilla, en el estadio de Juventus, en Turín. AFP

Lágrimas, sollozos, cansancio, incomprensión: la cara de los aficiona­dos del Benfica en el ­Juventus Stadium fue el rostro vivo de la tristeza, una sensación casi perenne en los hinchas ­lisboetas cuando su equipo juega en Europa.

El espíritu de Bela Guttmann, ese maldito nombre para el Benfica, volvió a cruzarse en el camino del campeón portugués, que perdió de la forma más cruel ante el Sevilla su octava final continental consecutiva (por penales, la UEFA). Tras llegar invicto al partido decisivo, dominó el duelo y rozó el tanto en varias ocasiones, pero el 2014 tampoco parecía el año en que el Benfica recuperaría galones europeos.

Y ya van 52 temporadas de agonía, 52 años desde que Guttmann lanzara una de las maldiciones más famosas de la historia del deporte. Por momentos parecía que el Benfica, que perdió la final de 2013 en el último minuto con el Chelsea, se iba a sacudir todas esas lágrimas de un zapatazo, pero el destino tenía otra página oscura guardada para un equipo golpeado en cada final desde que ganara dos Copas de Europa de la mano de Guttmann, en 1961 y 1962.

De rostro amable y rasgos eslavos, el técnico abandonó el Benfica en 1962, tras no ver satisfecha su petición de cobrar más. Al fin y al cabo, se sentía responsable de las dos Copas de Europa que levantaron las 'águilas' de Lisboa.

Hay diferentes versiones sobre la exactitud de su frase, pero su esencia aún perdura: "En 100 años, desde hoy, ningún club portugués se convertirá en campeón de Europa y el Benfica sin mí, nunca ganará una copa europea".

Su maldición se completó a medias, pues el Porto logró dos Ligas de Campeones y dos Copas UEFA. Pero su profecía del Benfica adoptó tintes místicos con el paso de los años y las finales perdidas, cinco de la Copa de Europa y tres de la UEFA.

"Es una leyenda que forma parte de nuestra tradición. Hay quien se lo puede creer, pero queremos demostrar que no es cierto. Nos da más fuerzas y motivos para dar todo y superar esa época de 52 años sin ganar títulos", dijo el DT del club, Jorge Jesús, antes de la final.

Pero la crueldad parece no tener límites con el Benfica. Anteayer fue el portugués Beto, el golero del Sevilla, el que apartó al equipo lisboeta de reencontrarse con su pasado.

El Benfica hizo todo lo posible para intentar poner fin a la maldición. Incluso el legendario Eusebio (+), que estuvo a las órdenes de Guttmann, rezó ante la tumba del DT en el cementerio judío de Viena antes de la final de 1990. Además, el club lisboeta erigió una estatua de bronce en la puerta 18 del Estadio Da Luz. En la escultura, el técnico aparece con los dos trofeos europeos que ganó. Los últimos de la historia del Benfica.

Anteayer casi lo logró por unos minutos, pero la maldición sigue viva aunque Guttmann lleve muerto más de 30 años y su cuerpo descanse en el cementerio judío de Viena.

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