Luis Muentes, presidente de la Asociación Ecuatoriana de Árbitros de Fútbol, anunció que el gremio comenzará a buscar auspiciantes. Foto: Archivo EL COMERCIO
Luis Muentes, presidente de la Asociación Ecuatoriana de Árbitros de Fútbol, se quejó porque según él la Federación Ecuatoriana de Fútbol establece sanciones “débiles”, cuando se agravia a uno de sus agremiados.
Con eso se refirió a los cuatro partidos de suspensión que le dieron Damián Díaz, por los incidentes suscitados el pasado 25 de septiembre, cuando Barcelona Sporting Club se midió a Deportivo Cuenca, en el estadio Alejandro Serrano Aguilar.
Según el informe que presentaron los árbitros del compromiso, encabezados por Carlos Orbe, el jugador habría insultado con términos racistas al cuarto juez, Augusto Aragón.
Díaz fue suspendido cuatro fechas, sin embargo, en el castigo solo se contemplaron los supuestos insultos a la terna y la demora en salir del campo de juego. En el acta de sanciones no se estipularon los insultos racistas.
Alfredo Intriago, expresidente del gremio arbitral, lamentó que ese punto no se haya tomado en cuenta. Para él, el jugador pudo tener una sanción más drástica.
“El informe del árbitro no valió en ese sentido (racismo), solo se sancionó el beso, la caricia al rostro de Romero“, tuiteó el exjuez. Según él, las sanciones en contra de los jugadores que insultan a los árbitros son leves.
Como antecedente, Carlos Ischia fue sancionado seis fechas, este año, por insultos racistas contra el árbitro Franklin Congo. El hecho se dio en julio, durante un partido entre Aucas y River Ecuador. El entonces estratega oriental se molestó por las decisiones del colegiado.
Muentes coincidió con Intriago. “Un directivo o un jugador ofende a un árbitro y luego se disculpa y hacen como que no ha pasado nada, así estamos mal”, mencionó el actual líder del gremio arbitral.
El abogado Hernán Ulloa considera que si el árbitro ofendido lo considera, podría llevar el caso a la justicia ordinaria. Según el artículo 301 del Código Orgánico Integral Penal, en su numeral 1, el hecho podría ser tomado como una contravención, castigada desde 15 hasta 30 días de reclusión.
No obstante, aclara que este tipo de situaciones son propias del deporte. “Hay que verlo muy bien para no cometer una injusticia. En la cancha es normal que la gente se insulte, eso se lo ve por televisión y es tolerado porque es parte del juego”, dijo.
Explicó también, que si el jugador hubiese sido sancionado por insultos raciales, ya no se podría llevar el caso a tribunales, por el principio de ‘Non bis in idem’, que impide juzgar a una persona dos veces por la misma conducta.
A pesar de todas esas aristas, el equipo jurídico del Barcelona Sporting Club decidió apelar la sanción, con el afán de disminuirla o eliminarla. Jorge Reinoso, abogado del club, aduce mala redacción en el informe, por lo que este y sus consecuencias serían nulos.