Alfredo Rodas, de 64 años, fue árbitro de primera categoría durante 22 años y como árbitro FIFA se mantuvo 16 años. Foto: Xavier Caivinagua/ EL COMERCIO
Hace 15 años dejó el arbitraje. ¿Cuánto cambió el oficio en este tiempo?
No puedo sostener que antes fue diferente, porque hace 15 o 30 años también se aplicaron las 17 reglas del fútbol. Pero sí hay modificaciones, especialmente en la Comisión Nacional de Arbitraje. En mi época, Guillermo Espinel, Luis Díaz, Adolfo Jácome y otros designaban directamente a los árbitros, según la importancia de los partidos y así tiene que ser. Para el clásico Barcelona-Emelec se escogía un réferi experimentado, con escarapela FIFA. Ahora no vemos esa situación. Hace 15 días se designó a árbitros nuevos y surgieron inconvenientes.
¿Comparte las críticas?
Aún me siento árbitro y defiendo a la clase arbitral. Hay exjueces que trabajan en medios de comunicación que se olvidaron su profesión y critican al colega. No estoy de acuerdo. En el mundo no existe árbitro perfecto.
¿Cuál es el principal problema en la actualidad?
La apreciación en las jugadas. Un réferi debe dirigir un partido de acuerdo con las 17 reglas y su criterio no debe variar
en una misma falta. Hay penales claros que no se pitan.
¿Qué hace falta?
En Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Chile hay exárbitros FIFA que hacen un seguimiento a los jueces, y eso hace falta . He conversado sobre el tema con gente de la Comisión Nacional de Arbitraje, como Roger Zambrano. Se necesita revisar videos luego de los cotejos y pedir explicaciones a los jueces sobre las jugadas polémicas. Solo así se puede mejorar.
¿Hay personalidad en los nuevos árbitros?
La personalidad nace, no se hace. En el trayecto de la vida, en el caso de los jueces, vamos perfeccionando. En nuestra época, Adolfo Quirola, Elías Jácome, Nelson Ruales, Jorge Bravo, Medardo Serrano, Milton Villavicencio y quien le habla, teníamos nuestra actitud para pitar.
¿Existe cultura arbitral?
Conozco de árbitros que son profesionales, no como réferis sino como ingenieros, licenciados… Lo importante sería la profesionalización del arbitraje, como en Europa. Que se dediquen exclusivamente al referato, así podrá prepararse y capacitarse.
¿La capacitación es parte de la profesionalización?
Sí. En Ecuador conozco que sí se hacen cursos y seminarios. Se debe seguir el ejemplo de Europa, en donde un árbitro gana USD 8 000 al mes y más los partidos que dirige. Ellos se dedican 100% al arbitraje.
¿Qué le falta a la nueva generación de réferis?
El arbitraje hay que tomarlo con seriedad porque están en juego muchos intereses, sobre todo la inversión económica de los clubes.
¿Qué características debe tener un réferi?
Antes, el reglamento de la Comisión Nacional de Arbitraje pedía ser bachiller. Ahora debe, como mínimo, tener título de tercer nivel y una estatura de 1,70 m.
¿Por qué la poca presencia de árbitros ecuatorianos en el exterior?
Si hay reclamos dentro del país es difícil que se tome en cuenta en el extranjero. Eso también pasó en nuestra época, pero nos preparamos para ganar protagonismo. Pasó el tiempo y vieron que hay capacidad. Modestamente fue el primer árbitro ecuatoriano en dirigir una final de Copa Libertadores de América entre Atlético de Medellín y Gremio de Porto Alegre, en 1985. Luego también dirigió una final Byron Moreno.
¿Qué se requiere para llegar a la élite?
Preparación constante y conocimientos de las reglas. La preparación individual es clave en la parte anímica, psicológica, física y académica.
¿El trabajo físico es vital?
Indudablemente. El árbitro recorre entre 12 y 14 kilómetros en un partido. Hay que prepararse. Un juez que pite a 20 o 35 metros de distancia es un problema en la cancha.
¿La tecnología ayuda o perjudica al réferi?
Eso ha cambiado. Antes nos equivocábamos y no pasaba nada. Ahora, en un estadio hay hasta 16 cámaras y allí se evidencian los errores.