El español Alberto Contador reconoció ayer, 14 de abril, los tramos de adoquines que deberá afrontar durante la quinta etapa del próximo Tour de Francia, entre Ypres y Arenberg Porte du Hainaut, un paso difícil en el que las caídas y los cortes pueden marcar la primera semana de la ronda gala.
El ciclista madrileño comenzó la jornada en Ypres, desde donde en coche se dirigió a Gruson, escenario del primero de los nueve tramos de adoquines que deberá afrontar el próximo 9 de julio.
En ese punto se subió a la bicicleta y, junto con uno de los directores deportivos del equipo Tinkoff-Saxo, Steven de Jongh, recorrió el resto de la etapa a dos ruedas. El reconocimiento fue seguido de cerca por el director de la formación, Phillippe Maudit.
Contador procedió a este examen dos días después de haber logrado la victoria en la Vuelta al País Vasco, que se sumó a la que consiguió en la Tirreno-Adriático y a los segundos puestos de la Vuelta al Algarve y de la de Cataluña.
Tras un comienzo de temporada, que ni el ciclista madrileño podía imaginar tras un aciago 2013, las ideas fluyen con claridad por la cabeza de Contador: “Ahora descanso, luego al Dauphiné y al Tour de Francia”.
Otro Contador, a sus 31 años con los mismos objetivos e ilusiones. El doble vencedor del Tour y de la Vuelta regresa a su mejor versión, aunque el concepto no le agrade. “Eso es cosa vuestra”, les dice a los periodistas cuando le preguntan al respecto.
Las cifras hablan por sí solas: 6 victorias en 2014, con la general en Tirreno y País Vasco incluidas y exhibiciones en montaña que le permiten al de Pinto volver a soñar alto.