Luego de Cotopaxi, Imbabura y Chimborazo, de donde históricamente proviene la migración nacional que tiene Quito, llama la atención Manabí.
En el censo de población de 1990, los manabitas se ubicaron en el noveno puesto de migración interna en la capital; en el 2001 subió al quinto y en el 2010 ya están en el cuarto. En 20 años la población manabita en Quito se triplicó.
Sus principales actividades laborales en este período están relacionadas con el comercio, la manufactura, el servicio de comidas, en restaurantes, y de alojamiento, en hoteles.
Las mujeres manabitas, al igual que el resto de migrantes nacionales, son las que más arman maletas para ir a vivir en la capital y está tendencia se mantenido en los últimos 20 años.
Adicionalmente, hasta el censo del 2001, no se presentaban migrantes de Orellana, Santa Elena y Galápagos, en Quito, mientras que en el 2010 ya se registraron 5 477 ciudadanos de estas provincias.
El Comercio DATA. Francisco Chugchilan es uno de los migrantes de la provincia del Cotopaxi que llego a Quito en los años 70, recuerda que en esa época el dormía en la calle en los portales, porque no había cuartos de arriendo. Foto: Alfredo Lagla / EL COMERCIO
Cotopaxi lidera el ranking migratorio interno
La migración de los ciudadanos de Cotopaxi se remonta a la década de los 60 y se mantiene hasta hoy con un crecimiento promedio del 15%, en cada censo poblacional (1990, 2001 y 2010). María Cruz, de 83 años, dejó la paz de las montañas de Mulaló, junto con sus cinco hijos. “Llegué a trabajar de cocinera para un señor que tenía una finca en donde hoy es Carcelén. Allí estuve cerca de 10 años, fue una época muy difícil. Debía dejar a mis hijos solos en un cuarto, a cargo de mi hijo mayor que tenía 11 años. Pero aquí pude educarlos y hoy todos son profesionales”.
Los migrantes de esta provincia han copado gran parte de los sectores laborales de la capital. Aunque, la mayor parte están en el comercio por la rica producción agrícola de su provincia, también están en la industria manufacturera.
En los últimos 10 años se han vinculado en gran medida a la construcción por el ‘boom’ inmobiliario, que se vive en la capital.
Martha Rojas, de 89 años, llegó desde Latacunga a Quito con su esposo y cuatro pequeños y aquí tuvo otros cuatro. Ninguno de los dos tenía estudios académicos, pero encontraron trabajo. Ella lavaba ropa en el Centro Histórico y él se puso una sastrería. Así sacaron adelante a sus hijos, aunque no todos llegaron a ser profesionales.
De Imbabura y Chimborazo vienen a estudiar
Marcial Herrera, de 34 años, llegó de Ibarra a estudiar Electrónica en una universidad privada y se quedó. Al principio sus padres le mantenían, pero la mesada no alcanza por lo que buscó un trabajo en el Aeropuerto Mariscal Sucre y redondear el ingreso. “Aquí hay más oportunidades de trabajo. Tengo compañeros que en Ibarra trabajan a tiempo completo y ganan el básico. Aquí el sueldo es mayor, gano USD 1000”. Actualmente, este ibarreño vive en el sector de Ponceano, en el norte de Quito, con su esposa y dos hijos.
Tanto de Imbabura como de Chimborazo migran jóvenes a estudiar en la universidad y se quedan a vivir. Otros han venido, principalmente, por actividades comerciales, al por mayor y menor. Al igual que los ‘chagras’ del Cotopaxi se relacionan a la industria manufacturera y la construcción.