La búsqueda de una plaza de trabajo resulta más complicada entre los jóvenes de 15 a 24 años de edad, mientras que para las mujeres puede ser más engorroso. La tasa de desempleo urbana más alta en los últimos nueve años (2007-2015) fue de 18,03%, la cual se registró en el 2008, según las estadísticas oficiales de desempleo, que publica este 2016 el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC).
En los siguientes años, la tasa -que incluye desempleo abierto y oculto- ha tendido a caer y en el 2015 se ubicó en 14,75%, pero si se compara con el resto de rangos de edad siguió siendo el grupo etario más afectado por el desempleo (ver cuadro interactivo).
Belén Montalvo, de 24 años, ha trabajado en el área de servicio al cliente, pero desde hace un mes está desempleada y su madre ya no puede pagarle los estudios universitarios. “Este ha sido otro problema, no he podido estudiar en una universidad pública por no alcanzar el puntaje para la carrera que quiero. Para estudiar debo trabajar y no encuentro un empleo”, enfatiza.
Yadira, de 23 años, también buscar un trabajo. Estudió informática, tiene un título de técnica en electrocardiograma y es masajista. Ella prefiere no decir su apellido y confiesa que lleva un año sin un trabajo formal, por lo que está dispuesta a ubicarse en cualquier otra área. Mientras consigue una plaza trata de cubrir sus gastos con trabajos temporales. La última semana de febrero de 2016, acudió a Conquito para averiguar si su hoja de vida había sido aceptada en la bolsa de empleo, que maneja esta entidad.
Para Eddy Troya, consultor de talento humano, el principal problema de los jóvenes se concentra que en que la universidad les forma bajo su criterio, programas, condiciones y no hay un vínculo directo con los potenciales empleadores y sus necesidades. De ahí que al salir con sus títulos se encuentran con una realidad que ya no existe.
El siguiente grupo afectado por la desocupación está entre los 25 y 34 años, aunque muy por debajo de los más jóvenes. La tasa de desempleo en el 2007 fue de 5,73% y para el 2015 subió a 6%.
A Cristina Guerra, de 34 años, se le terminó su contrato en una institución pública en diciembre del 2014 y desde entonces no logra ubicar una plaza de empleo. Para parte de los trabajos a los que ha aplicado está sobre calificada. Tiene una licenciatura en comunicación social, un diplomado en gestión de proyectos y elabora su tesis de cuarto nivel, en comunicación organizacional. Pero las cuentas por pagar de servicios básicos de su departamento y de su auto no esperan.
Actualmente, aumenta el número de jóvenes que están listos para ingresar al mercado laboral, pero la creación de puestos no sigue el mismo ritmo, al contrario se viene contrayendo. Esta tendencia, según la firma Deloitte, origina dos consecuencias: incrementa la tasa de desempleo y, principalmente, el porcentaje de empleo no adecuado, ya que las personas tienen que encontrar alguna actividad informal para subsistir.