La doble altura amplía espacio y luminosidad

Este ambiente de Kitchen Aids muestra de cuerpo entero las bondades lumínicas y espaciales de la doble altura. El mobiliario contemporáneo se adapta bien a esta tipología. Foto: cortesía Kitchen Aids

Este ambiente de Kitchen Aids muestra de cuerpo entero las bondades lumínicas y espaciales de la doble altura. El mobiliario contemporáneo se adapta bien a esta tipología. Foto: cortesía Kitchen Aids

Este ambiente de Kitchen Aids muestra de cuerpo entero las bondades lumínicas y espaciales de la doble altura. El mobiliario contemporáneo se adapta bien a esta tipología. Foto: cortesía Kitchen Aids

Se trata de una estética distinta, pero con virtudes suficientes como para atraer cada vez a más personas. Son las viviendas de doble altura, principalmente en lo que se refiere a los salones principales.

Esta tipología es cada vez más apreciada por sus condicionantes estéticos como la amplitud, la luz y el espacio amplio, pero no debería convertirse jamás en una tendencia, explica el arquitecto e interiorista Mario Arias López.

¿En qué basa López su argumentación? En que cada vivienda de doble altura debe nacer de la necesidad propia de cada individuo; del análisis técnico y estético que realicen el arquitecto y el diseñador con los dueños de la propiedad. Solo así se dará vida a un volumen que refleje los gustos, las necesidades y las aspiraciones de una persona o una familia en particular.

Pero, ¿qué se conoce como doble altura en arquitectura? Pues es cuando una casa, departamento o cualquier otra edificación (oficinas, fábricas, laboratorios, iglesias) poseen un cielo raso de una altura considerable. Esta, a menudo, explica el arquitecto Fernando Almeida, es el doble o más que la altura del cielo raso tradicional que, en el país está a 2,44 metros sobre el nivel del suelo o más.

No es un concepto nuevo ni mucho menos. Según el arquitecto Christian Wiese, los grandes e históricos espacios de la arquitectura a través del tiempo siempre crecieron de la mano de la geometría, tanto en lo horizontal como en lo vertical. Las naves más importantes de iglesias y edificios públicos tenían proporciones similares en su trazado como en su alzado, permitiendo una experiencia tridimensional del espacio.

El famoso creador del funcionalismo, Le Corbusier, dijo en su día “no vivimos en la superficie, sino en el espacio”.

Esta noción puede y debe ser traspasada a nuestra vida cotidiana, enfatiza Wiese. Es así que habitar en dobles alturas que reflejan la proporción del espacio en las plantas y los cortes genera estancias con experiencias y emociones mucho más poderosas que las que generan las tipologías comunes. Esto permite al espíritu celebrar el espacio, no solamente utilizarlo.

Obviamente, hay otras tipologías que se relacionan con la doble altura pero de maneras distintas. El dúplex, el mezzanine o el loft caen en ese campo, en diversas proporciones.

El concepto esencial de una doble altura es la luz en su verdadera magnitud y el espacio en su más amplia proyección. Es la transformación de los metros cuadrados en metros cúbicos, dice López.

La doble altura busca y consigue una mayor luminosidad y la sensación de amplitud que genera un volumen de aire aumentado; da luz y carácter diferenciador.

Otra característica de este ‘estilo’ es crea una vista preferencial desde la parte superior de la estancia y otra, más minuciosa, desde la planta baja hacia la superior. Por esta razón, explica Almeida, son ideales para montar bibliotecas y otras áreas culturales.

La vivienda-departamento del arquitecto Diego Carrión es el mejor ejemplo de esta feliz conjunción.

Claro, para que este ambiente funcione de forma eficaz debe estar rodeado de puentes y escaleras que lo intervengan en lo vertical, sugiere Wiese. Debería, asimismo, estar aislado de salas de juego o de televisión, ya que los sonidos pueden confundir la experiencia espacial.

Otro elemento que diferencia a la doble altura del resto de edificaciones es, obviamente, el gran ventanal o juego de ventanas que cubre todo el espacio habilitado.

Esta magnitud puede llevar, en ciertos casos, a un exceso de luz que moleste a quienes habitan el lugar. La solución es sencilla: cortinas enrollables o persianas verticales que se abran o cierren hasta regular el ingreso de esa luz.

En cuanto a la iluminación artificial son muy socorridos los dicroicos perimetrales o los dobles cielos rasos que generan luz indirecta. Para decorar la zona que queda libre hay muchas opciones, observa López. Las grandes lámparas y arañas colgantes son bienvenidas. Los cuadros, pinturas y murales de grandes formatos quedan como dibujados. El mobiliario debe ser manejado a esa escala y no ser recargado.

¿Desventajas? Algunas. La principal es la limpieza de los vidrios, más difícil y cara. La calefacción también demanda más egreso económico. ¡Ah!, los peques retraviesos, que gustan romper vidrios, también pueden ser un peligro potencial.

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